26/9/24

EVANGELIO VIERNES 27-09-2024 SAN LUCAS 9, 18-22 XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos contestaron:
«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

                            Es palabra del Señor

REFLEXION

Hablar de una persona resulta muy difícil, porque ésta puede reclamar si le parece que la descripción no es correcta. Además, la persona humana, con sus vivencias, sentimientos e ideas, es demasiado grande para caber en nuestras palabras. El corazón del otro siempre es un misterio que nadie consigue desvelar por completo. Mucho más complejo es hablar de la persona “Jesús de Nazaret”, resulta comprometido, porque no hay ninguna posibilidad de permanecer neutral o de emitir una opinión personal sin tomar posiciones.

La gente no tenía claro quién era Jesús, donde encasillarlo. El mismo Pedro tan pronto dice: “eres el Cristo de Dios”, como en otro momento niega conocerle.

Los discípulos compartieron su vida con el Jesús de Nazaret y aceptaron a aquel ser humano que les proporcionó una paz, una alegría y una seguridad increíbles; pero mientras vivieron con él, no fueron capaces de ir más allá de lo que veían. Solo a través de la experiencia pascual se adentraron en el verdadero significado de aquella persona fuera de serie.

Al morir Jesús, se preguntaron si con la muerte de su líder se había acabado todo. Sólo entonces empezaron a trascender la figura humana de Jesús y fueron descubriendo lo que se escondía detrás de aquella realidad visible. Fueron dándose cuenta de que allí había algo más que un simple ser humano. Entonces fueron conscientes de que el verdadero UNGIDO ya se encontraba en el Jesús de Nazaret.

La ausencia despierta otra conciencia.

Este Mesías, descubierto en Pascua, no coincide con el que esperaban los judíos y los propios discípulos, antes de esa experiencia. Ahora se trata de Jesús el Cristo, Jesucristo, genial integración del Jesús histórico y el Cristo de la fe.

Y para nosotros hoy ¿quién es Jesús? No se trata de dar una respuesta teórica ni una cristología aquilatada que responda a todas las cuestiones formales relativas a la persona de Jesús. Mucho menos, dogmas que definan su naturaleza divina. Lo que se espera de nosotros es una respuesta práctica. ¿Qué significa Jesús en mi vida?

Como cristiano, ¿me intereso de verdad por la figura histórica de Jesús para descubrir en él, como hicieron los discípulos, al Ungido de Dios? Es decir, ¿me esfuerzo por descubrir el valor trascendente que se esconde en su apariencia humana? ¿Es ese valor el que mueve mi existencia?

 “A los cristianos nos interesa mucho conocer todo lo que podamos de la persona y de la vida de Jesús precisamente porque creemos que a través de esa persona y de su vida concreta se nos ha revelado Dios de forma única, excepcional e irrepetible. Si en Jesús me encuentro con el mismo misterio de Dios encarnado, ¿cómo no me va a interesar conocer a su Hijo predilecto, cómo es, qué defiende, a quienes se acerca, qué actitud adopta ente los que sufren, cómo busca la justicia, cómo trata a la mujer, cómo entiende la vida y vive la religión…?” (Pagola, libro sobre Jesús, Aproximación Histórica).

La vida y misión de Jesús, vienen a responder tanto a los interrogantes de la lectura del Eclesiastés, como al desafío a nuestra fe ante la pregunta: “Quién dices tú quien soy yo?”

Hna. María del Mar Revuelta Álvarez
Dominica de la Anunciata