14/11/23

EVANGELIO MIERCOLES 15-11-2023 SAN LUCAS 17, 11-19 XXXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

De los diez leprosos curados, nueve parece que consideran lo sucedido como lo más natural. Sólo uno (un samaritano) vuelve agradecido a Jesús y a dar gracias a Dios. Únicamente el samaritano alcanza el fin del milagro: entrar en una nueva relación con Dios. ¿Qué le impulsó a dar la vuelta para encontrarse de nuevo con el que le dio la salud? Se dio cuenta que ya no era la misma persona, algo o alguien, había cambiado su vida. No era judío. No necesitaba ser justificado por la ley y recibir el visto bueno del poder religioso. ¿Por qué necesitaba dar gracias al Dios de Jesús? ¿Sería que necesitaba acercarse y conocer a aquella persona que solo había visto de lejos y quizás, siguiéndole cambiaria de verdad su vida?

Quien ha hecho experiencia de la compasión, no podrá no ser agradecida, porque ha quedado admirada del cambio que se ha operado en ella. Sin embargo, Jesús no habla de agradecimiento. Dice que ha vuelto para dar gloria a Dios. Y dar gloria a Dios es mucho más que darle gracias. Jesús de Nazaret, el que experimento la plenitud del Padre, sabe que la fuerza de su proyecto de vida, es liberador, nos puede curar de miedos, vacíos y heridas que nos hacen daño. Nos puede enraizar en la vida de manera más saludable y liberada. Nos puede sanar integralmente.

Hna. María del Mar Revuelta Álvarez
Dominica de la Anunciata