La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Es palabra del Señor
REFLEXION
El evangelio de hoy nos cuenta el anuncio del nacimiento de Jesús a José, que estaba comprometido con María. José sabía que el hijo que María espera no es suyo. Según la ley debía denunciar públicamente que ella lo había engañado, con lo que María estaba condenada a morir apedreada. José “como era justo” decide abandonarla en secreto; entonces el ángel le revela en sueños el plan de Dios: María dará a luz al Salvador esperado.
En palabras de Benedicto XVI: “Se nos muestra una vez más un rasgo esencial de la figura de san José: su finura para percibir lo divino y su capacidad de discernimiento. Sólo a una persona íntimamente atenta a lo divino, dotada de una peculiar sensibilidad por Dios y sus senderos, le puede llegar el mensaje de Dios de esta manera. Y la capacidad de discernimiento era necesaria para reconocer si se trataba sólo de un sueño o si verdaderamente había venido el mensajero de Dios y le había hablado”.
Dios se sirve de José, hombre sencillo y de profunda fe, para llevar adelante la historia de la salvación. José, como María, no pone obstáculos, entra en el misterio sin comprenderlo a fondo, se fía y colabora con docilidad y confianza, se abandona a la voluntad de Dios y deja todo en sus manos.
Sólo sabe obedecer quien sabe escuchar, y José obedece a la Palabra, la pone en práctica. Sólo el que se pone en actitud de escucha es “utilizado” por el Señor para llevar adelante sus planes. Cuando alguien se deja guiar por Dios, a pesar de la oscuridad de la fe, al final brilla la luz. María y José escriben una historia de amor única e irrepetible porque se fían de Dios. Nos invitan a confiar más en su gracia que en nuestras cualidades, más en sus planes que en los propios. No caminemos dejando de lado su voz, prefiriendo no saber lo que Él quiere, confiemos más y más en el Señor.



