¿Qué nos dice, en este martes de la 2ª semana de Adviento, esa palabra de nuestro Dios?
- “Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios” A esto estamos llamados, a esto se nos invita, a consolar a todo hombre que se cruce en nuestro camino.
Y ¿qué clase de consuelo podemos brindar a nuestro mundo tan dolorido, tan violento…? El mismo Dios nos la dice: “hablad al corazón de Jerusalén= humanidad y gritadle: que se ha cumplido su servicio, que está pagado su crimen” Parece un sueño, pero es la realidad, nuestro desamor, nuestro egoísmo, todo lo negativo de este mundo ya ha sido rescatado.
- Podemos seguir preguntándonos, ¿quién se ha hecho valedor nuestro? Debe ser Alguien que ya ha venido, que viene y que vendrá, y por eso se le debe preparar un camino y así pueda revelarnos su gloria.
- Cuando, “los valles se levanten, montes y colinas se abajen, lo torcido se enderece y lo escabroso se iguales. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos”.
Y aquí nos topamos con otra novedad, todos juntos, ya el individualismo que acampa a sus anchas en la sociedad secularizada, en las familias, en comunidades…cederá el paso a la unidad de la humanidad, porque “como un pastor apacienta el rebaño, su mano reúne”
Esto es lo que vivimos en este Adviento escatológico en las primeras semanas. Tomemos conciencia de que somos llamados a consolar al pueblo con estas realidades, y a gritarle: “Mirad: Dios, el Señor, llega con fuerza” (1ª lectura) “Aquí está nuestro Dios, que llega con poder” (Salmo)
Llega para decirnos que, deja noventa y nueva ovejas en el cielo y se abaja (lo veremos hecho Niño en Belén) para buscar a la perdida. Porque, y esta es la Buena Noticia: “vuestro Padre del cielo, no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños” (Evangelio)
Hermanos, comprendamos esta Palabra de consuelo y gritémosla a todo el que quiera escucharla.
Santo Adviento.