16/3/23

EVANGELIO VIERNES 17-03-2023 SAN MARCOS 12, 28b-34 TERCERA SEMANA DE CUARESMA

 





En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

En clara relación con la profecía de Oseas, San Marcos nos presenta la pregunta, quizá pregunta-trampa (en la versión de San Mateo) de un escriba, es decir un teólogo, a Jesús respecto al Mandamiento más importante de la Ley de Dios. Y Jesús le responde con las palabras de la Escritura en los libros del Deuteronomio y Levítico, aunque añade significativamente en la primera parte “con toda tu mente”, es decir, con todas tus potencialidades intelectuales, amén del sincero afecto del corazón a Quien nos ha dado la vida y la fe.

Amar a Dios implica conocerlo a través de la Palabra. Cuando Jesús proclama las citas bíblicas, las hace suyas como Hijo de Dios y hermano de los hombres. La segunda parte del Mandamiento está indisolublemente unido a la primera e implica la dimensión horizontal del Amor que es y nos profesa. Esta declaración impresiona al escriba que descubre algo que ya sabía intelectualmente: el verdadero corazón de la Ley e implícitamente a Jesús como el Mesías.

La evidencia de nuestra fe en Dios es el amor al prójimo. Así nos lo dice la Carta de San Juan. Con el amor al prójimo no caben “triquiñuelas” porque hay que implicarse, incluso mancharse las manos como afirmaría expresivamente Martín Descalzo y así lo hizo el protagonista de la parábola del Buen Samaritano.

Este texto es muy propicio para orar en silencio, y desde la profunda intimidad del corazón repetir las palabras de Jesús al escriba, hacerlas nuestras y pedir con toda humildad que todo ese amor recibido lo comparta con mis próximos, aunque me duela, me moleste o no termine de comprenderlos.

“En el amor a Dios puede haber engaños. Puede alguien decir que ama a Dios cuando lo único que siente es un calorcillo que le gusta en su corazón. Puede alguien decir que ama a Dios y lo que ama es la tranquilidad espiritual que ese supuesto amor le da. Amar al prójimo, en cambio, no admite triquiñuelas. se le ama o no se le ama. Se le sirve o se le utiliza. Se demuestra con obras o es sólo una palabra bonita. San Juan seguía diciéndolo de manera tajante: «Si uno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿Cómo puede estar en él el amor de Dios?» Es cierto: «El prójimo -la frase es de Cabodevilla- es nuestro lugar de cita con Dios.» Sólo en el prójimo nos encontramos con El y todo lo demás son juegos de palabras".

(José Luis Martín Descalzo, “Razones para vivir”)

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)