11/5/22

EVANGELIO JUEVES 12-05-2022 SAN JUAN 13, 16-20 CUARTA SEMANA DE PASCUA

 




                                   

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

                                   Es palabra de Dios

REFLEXION

El largo discurso de despedida de Jesús antes de su pasión arranca del lavatorio de los pies de sus discípulos. Después de ese gesto –que Juan coloca en el lugar en que los otros evangelistas sitúan la última cena-, Jesús comenta el sentido ejemplar que tiene para quienes quieran seguirle. Es un gesto de servidumbre: él lo ha realizado precisamente para dar a entender que ha venido a servir y que todo el que quiera tenerlo a él por maestro deberá adoptar también una actitud de servidor.

“El criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía”, dice Jesús. Si él, que es el Señor, ha sido enviado a servir a la humanidad y ha llevado ese servicio hasta la entrega de su vida por nosotros, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llevar el nuestro?

Él dio testimonio del que lo envió, hablando del reino de amor que Dios quiere establecer entre nosotros e inaugurándolo ya en compañía de sus discípulos. Si nosotros, gracias a la fe, lo recibimos a él como enviado de Dios, acogemos también por medio de él la presencia de Dios, que cambia nuestra vida y la hace reflejo de la suya. Una de las consecuencias de esta presencia es que nos convierte a nosotros también en enviados suyos, misioneros de su mensaje de amor por el mundo.

Como enviados, nuestra vida ha de estar constantemente referida a quien nos envía; es su mensaje el que tenemos que difundir, no nuestras ideas. ¿Hasta qué punto nuestra labor misionera transmite fielmente lo que él nos encargó transmitir? Y, cuando recibimos elogios de quienes nos escuchan o nos contemplan, ¿sabemos remitirlos a su verdadero inspirador?

Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)