3/5/22

MARTES 03 DE MAYO : SOLEMNIDAD DE LOS SANTOS FELIPE Y SANTIAGO

 





Ambos fueron Apóstoles del Señor y respondieron a la llamada del Señor. Felipe fue un discípulo decidido y dedicado a la causa, preocupado por su Maestro. Santiago el Menor gozaba de gran autoridad en Jerusalén y es una especie de puente con los hermanos que proceden del paganismo.

San Felipe figura con todo derecho en las listas de los apóstoles que nos transmiten los primeros escritos cristianos (Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 14; Hch 1, 13). Tenía un nombre griego, que significa «amigo de los caballos». En los textos bíblicos Felipe se nos muestra como un discípulo decidido y dedicado a la causa, preocupado por su Maestro y por los oyentes del Maestro.

Era Felipe natural de Betsaida, corno Andrés y Simón. Seguramente compartía con ellos las tareas de la pesca. Y posiblemente compartía, al menos con el primero, una insatisfacción interior que parece haberle llevado a escuchar la predicación de Juan el Bautista. Allí le encontró Jesús. Se limitó a decirle: «Sígueme». Felipe es, en efecto, uno de los primeros llamado por Jesús (Jn 1, 43-44).

Pero la escena tiene una continuación interesante. El llamado por la voz de Jesús se convierte pronto en el eco de aquella voz. No puede ocultar el gozo de haber encontrado al que era la meta, más o menos consciente, de la larga búsqueda de su pueblo: «Felipe se encuentra con Natanael y le dice: "Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y también los profetas: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret"». Es cierto que Natanael no comparte el entusiasmo de quien le lanza ese anuncio sorprendente. Natanael no tiene prejuicios contra la persona, sino contra el lugar de su origen. Felipe se limita a responder: «Ven y lo verán Un 1, 45-46). En las listas de los apóstoles, Mateo y Lucas lo emparejan para siempre con Bartolomé, que se suele identificar con Natanael.

Según la Leyenda Áurea, el apóstol San Felipe habría sido crucificado y lapidado a la edad de 87 años.

La reproducción artística más antigua de San Felipe lo coloca en compañía de Pedro, Pablo y Tomás y se encuentra en los capiteles de la iglesia visigótica cíe San Pedro de la Nave (Zamora), que se remontan a finales del siglo VII. También se encuentra en compañía de Bartolomé, sentado a la derecha de Jesús, en la pintura de la última cena, pintada en una de las bóvedas del Panteón de los Reyes (siglo XII), en la basílica colegiata de San Isidoro de León.

Santiago el Menor

Junto a San Felipe, la comunidad cristiana celebra hoy al apóstol Santiago. En todas las listas de los apóstoles se menciona a un tal Jacob (en castellano antiguo Sant Yago), hijo de Alfeo, que curiosamente se encuentra siempre a la cabeza del tercer grupo de los cuatro que constituyen el colegio de los Doce (cf. Mt 10, 3-4; Mc 3, 18-19; Lc 6, 15-16; Hch 1, 13.25).

Ha sido habitual identificar al apóstol Santiago «el Menor», con uno de los parientes de Jesús y con el presidente de la comunidad de Jerusalén. Las referencias antiguas son muy numerosas y las discusiones sobre tal identificación continúan todavía.

Es muy atrayente la tentación de tratar de reconstruir el alcance y los nombres de las personas que constituyen su parentela. Su padre, Alfeo, podría ser el mismo personaje que Cleofás, el marido de aquella María, que el cuarto Evangelio sitúa al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25). Por otra parte, el Evangelio de Marcos recuerda en ese mismo contexto a Santiago llamado «el Menor, haciéndolo hermano de José e hijo de una de las Marías que tuvieron el valor y la compasión suficientes para acompañar a jesús hasta la muerte en cruz (Mc 15, 40). Esto hace creer que Santiago sea uno de aquellos que eran co¬nocidos en Nazaret como »»hermanos» o parientes de Jesús (Mt 13, 55; Mc 6, 3).

Hasta Pablo ha llegado una tradición oral que refiere cómo Cristo resucitado, tras aparecerse a Pedro, se mostró también a Santiago y a todos los apóstoles (cf. 1Co 15, 7). No se trata de un detalle sin importancia. Este recuerdo tradicional afirma y contribuye a consolidar la autoridad que Santiago conserva durante el resto de su vida entre los seguidores de Jesús.

Desde el siglo VI, las reliquias de los Santos Felipe y Santiago el Menor se conservan en Roma, en la basílica de los Santos Doce Apóstoles. Allí se encuentra un cuadro de Muratori que los une en el martirio. Santiago se encuentra también representado en un mosaico de la capilla Palatina de Palermo (siglo XII), así como en otro de San Marcos en Venecia (siglo XIII).

Para la comunidad cristiana, Santiago "el Menor" es una especie de puente. Representa, por una parte, la fidelidad a las tradiciones de Israel y, por otra, la necesaria apertura para admitir en el seno de la comunidad a los hermanos que proceden del paganismo. Con él se hace realidad la convicción de que Cristo ha venido a derribar el muro que los separaba y a formar un pueblo único para Dios.

FUENTE : José-Román Flecha Andrés