Es palabra de Dios
REFLEXION
San Juan expresa muy plásticamente lo que implica el seguimiento de Jesús. Seguir a Jesús significa estar enamorado de Él, guardar sus palabras. Beber de la fuente de la Palabra y dejarse embargar por el Espíritu de Jesús hasta que, como decía Pablo, no soy “yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”. Vivir en esa burbuja de amor que todo lo relaciona y lo visualiza desde el prisma del enamorado, desde la óptica del Otro que ocupa mi cosmovisión, mis sensaciones y todo mi actuar. Porque abiertos al Señor, Dios Padre nos sacia de su amor, nos inunda con su gracia. Somos templos de Dios, amigos de Dios que nos acompaña y nos habita. La morada de Dios es así el propio hombre, el discípulo que ama a Cristo y guarda sus palabras. Y la palabra de Jesús es el mandamiento nuevo: amaos unos a otros como yo os amo. Amaos sin privilegios y sin imposiciones, siendo servidores unos de otros, porque Dios ha puesto su morada en nosotros. Dios nos ha amado, y por la encarnación y redención de Cristo, ha instaurado una nueva religión, en espíritu y verdad. Dios ha establecido una relación personal con el hombre, con los hombres y con el mundo, y ha restablecido el orden original. Todo viene de Dios y debe tender hacia Dios. Nuestra vida ahora es un caminar ya, en esa nueva dimensión. Vivir desde la sabiduría del Espíritu, descubriendo el sentido trascendente de la creación y de la nueva humanidad. No podemos quedarnos plantados, pasivos y despreocupados de nuestro mundo ni de nuestros hermanos. Dios ha instaurado su tienda entre nosotros y hemos de abanderar este proyecto divino: que todos seamos uno en el Padre, el Hijo y es Espíritu Santo, hasta la plenitud verdadera.
¿Me siento parte de este proyecto transformador, de hacer presente el Reino del Señor en nuestro mundo?