En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Sabemos que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, aunque iguales entre sí, la Escritura les asigna una función distinta “hacia fuera”, hacia nosotros. El Padre nos envía al Hijo hasta nosotros, el Hijo nos comunica su buena noticia, y el Espíritu Santo viene a completar la labor de ambos. “Muchas cosas me queda por deciros… cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena”.
Cuando Jesús dejó esta tierra después de su resurrección nos prometió una doble ayuda y una doble presencia. Nos prometió que, de manera distinta, se iba a quedar con nosotros y nos iba a acompañar siempre “Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos”. Algo que nos recuerda en cada eucaristía: “Tomad y comed esto es mi cuerpo, tomad y bebed esta es mi sangre”. Nos prometió también el envío del Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad, cuya labor principal es la de recordarnos y hacernos vivir las verdades que Jesús nos predicó. Convencernos que Jesús es el Hijo de Dios y que lo mejor que podemos hacer es hacerle caso en todo. Seguirle. Él nos guiará hasta verdad plena.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.Convento de Santo Domingo (Oviedo)