Es palabra de Dios
REFLEXION
El primer gesto de María tras acoger la palabra anunciada por el Ángel Gabriel es ponerse en camino y marchar a aprisa. Lucas nos dice: “Se levantó, salió, y sin demora fue a la montaña, a un pueblo de Judá…”sin duda podemos pensar por qué tanta prisa, nadie la enviaba, nadie según el texto dice la había llamado, sólo el ángel la había informado del estado de su prima Isabel, entonces, ¿qué necesidad tenía María de dejar su casa?
María se olvida de sí misma, de su situación, y movida por la fuerza del Espíritu Santo se llega a la casa de Isabel. Ponerse en camino…no es fácil, ¿cuánto nos cuesta dejar lo que habíamos proyectado? No tengo tiempo, estoy…(cada uno coloca sus razones…)
Uno de los rasgos más característicos de la fe en Dios es saber acudir junto a quien está necesitado de nuestra presencia, y María lleva con ella a Alguien que también tiene prisa de comenzar su misión.
El saludo que la Virgen María formula a su prima Isabel debió de ser de tal ternura y gozo-aunque el evangelio no nos lo dice-, que no podía haber sido pronunciado nada más que por alguien en quien había hecho morada el Espíritu de Dios, de alguien dócil a hacer la voluntad de Dios. María no puede guardar el tesoro que lleva, para ella sola, y se da el milagro, Isabel y el hijo que lleva en su seno, van a proclamar una maravillosa oración, que la iglesia universal la ha tomado como propia hasta nuestros días: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!; ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá
Cuando María escucha el saludo de Isabel, recibe una especie de confirmación de todos aquellos pensamientos que la venían inquietando y lanza aquellos elogios deslumbrantes, que solo pueden se inspirados por el Espíritu Santo: El Magníficat, que es un canto de alegría y alabanza al Señor, es la expresión de quien se siente inmensamente pequeña y amada con la gran ternura de Dios Padre.
En el desarrollo de la oración, ella, fija su mirada en las acciones de Dios a lo largo de la historia de su pueblo Israel: Dios por pura misericordia prefiere a los pobres y humildes; porque de esa manera manifiesta su poder, su santidad y su fidelidad al ser humano. Es el anuncio del cumplimiento de las promesas de Dios al pueblo elegido.
Este canto de María, sigue siendo actual, recemos con él y al final del día podemos terminar nuestra oración, realizando cada uno “su magnificat”, dejemos que nuestro corazón se expanda.