27/7/22

EVANGELIO JUEVES 28-07-2022 SAN MATEO 13, 47-53 XVII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le responden:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

                                       Es palabra de Dios

REFLEXION

“Sacar del arca lo nuevo y lo antiguo” es lo propio de quien entiende el reino de los cielos. Tenemos derecho a preguntarnos, ¿qué quiere decir Jesús con esa afirmación? ¿Se referirá a que como en otros lugares manifiesta, no viene ni a destruir ni a olvidar lo antiguo, lo que para sus oyentes constituía al buen judío; pero sí a dar plenitud, y para ello ofrece aspectos nuevos, que han de conciliarse con lo antiguo y perfeccionarlo? La realidad histórica de la condición humana, de personas y pueblos es algo evidente. Hay que “distinguir los tiempos” para situarse bien en el momento en que se vive, decían ya los antiguos. La Palabra de Dios es palabra dicha a modo humano, sometida su comprensión a los tiempos en que cada ser humano la escucha. Jesús introduce un nuevo tiempo -una era-, pero sin rupturas. En el Sermón del Monte dice: “antes se os dijo, pero yo os digo”; pero se trata de ir más allá: de amar a amigos y también enemigos, por ejemplo; de perfeccionarse en el amor.

Es un magnífico consejo para cada uno de nosotros, para la misma Iglesia. Es necesario avanzar en la interpretación de la Palabra de Dios. Los textos evangélicos están redactados en un tiempo determinado por hijos de ese tiempo, ahora es necesario interpretarlos teniendo en cuenta lo que apunta el Vaticano II, los “signos de los tiempos”.  Es un principio que sirve para nuestra vida. ¡Cuántas veces nos excusamos diciendo: “el catecismo que aprendí, lo que a mí me enseñaron desde pequeño…” para justificar la falta de esfuerzo en ahondar en lo que la palabra de Dios nos dice y exige en este momento!

 Entiendo que es imprescindible esa reflexión para ser fieles a la Palabra de Dios. Una cosa es la tozudez y otra la fidelidad. En la tozudez se prescinde de cualquier argumento que no sea, “así ha sido siempre”. Como si la historia se hubiera detenido: sin esperar, como indica el texto evangélico, al final de los tiempos, y adelantar ese final.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)