Necesitamos ser pobres de espíritu y pedir al Señor que nos regale un corazón humilde, para admitir nuestro pecado y debilidad, siendo conscientes que sin Él, no somos nada ni podemos hacer nada provechoso.
El Señor a través de este texto bíblico nos llama a la conversión. A veces miramos alrededor y vemos muchos males, “hay mucha gente mala” pensamos y decimos, sin darnos cuenta que si esas personas hubiesen tenido el conocimiento que tenemos del Señor, serían incluso mejores que nosotros, que nos escudamos en la maldad de los demás, para justificarnos ante Dios y los hombres y no hacer caso al Señor.
Tenemos que seguir escuchando al Señor sin cansarnos; tenemos que preguntarnos y preguntar al Señor todos los días, qué nos quiere decir, a veces en la oración, otras veces a través de la Iglesia, del Papa. Siempre tenemos que estar muy atentos a lo que la Iglesia nos dice y pedir al Espíritu Santo para que nos ilumine a todos para caminar unidos.
Todos los días tenemos que hacer el ejercicio de morir al hombre viejo con sus malas inclinaciones y buscar con generosidad la voluntad de Dios, para confiar en Él y vivir de su Palabra.