Querer conocer, querer saber ha sido siempre aspiración del ser humano. Ahora bien, cuando tal conocimiento se refiere a lo que supera el ámbito natural nos encontramos en una situación imposible a partir de nuestro conocimiento humano. Sin embargo, nuestra mente ansía conocer, pues entendemos que de tal conocimiento depende el camino a seguir a lo largo de los años de nuestra vida para alcanzar la meta a la que todos estamos llamados.
La Palabra de Dios viene en ayuda nuestra pues desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis Dios-Trinidad ha ido desvelando los enigmas y misterios para que el ser humano tuviera acceso al plan salvífico de Dios, que alcanza su plenitud con la predicación de Jesucristo, verdadero revelador del Padre del cielo.
La página del Evangelio es buen ejemplo de la enseñanza que nos ofrece Jesucristo, el mejor de los maestros, afirmando con radicalidad que quien no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo suyo.
Seguir a Jesucristo es arriesgado y comprometido y, no obstante, es el único camino del que disponemos para alcanzar la meta. La persona que ha recibido la gracia de la fe cristiana tiene la misión de hacer partícipes a las demás personas del don recibido, de manera que cada vez sea más numeroso el “pueblo de Dios” y su influjo en nuestra sociedad y en el mundo se traduzca en esperanza y alegría y paz para todos, de manera especial en los días que estamos viviendo, sumidos en una crisis de valores. Jesucristo sigue siendo la esperanza y tal esperanza pasa por la colaboración de cada persona bautizada.
Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.Convento de La Virgen del Camino (León)