12/9/22

EVANGELIO MARTES 13-09-2022 SAN LUCAS 7, 11-17 XXIV SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.
                                             Es palabra de Dios

REFLEXION

Los evangelios contienen algunos relatos en los que Jesús resucita a una persona muerta, o salva de la muerte inminente a un enfermo. Se ha convertido para el pueblo, que viene oyendo hablar maravillas de Él, en el “último recurso” en caso de una situación desesperada.
El relato de resurrección que hoy nos presenta la liturgia no contiene ninguno de los rasgos comunes a otras resurrecciones. Nadie se dirige a Jesús para hacerle una petición de salvación. Jesús caminaba hacia una ciudad, Naín, y contempla algo que no debía ser demasiado extraño: un entierro. Y Jesús observa, Jesús escucha.
El difunto es el hijo único de una viuda. Y en la sociedad del momento eso significaba que su madre quedaba totalmente a la intemperie, sola y sin posibilidades de salir adelante. El hijo era la única posibilidad de vida digna para la madre… Jesús se conmueve. Y la misericordia entrañable se pone en acción. La debilidad, la pobreza, la vulnerabilidad, el desamparo… de la mujer, son una llamada de socorro que Él no puede dejar de atender. Y la fuerza de la vida que reside en Él le devuelve al hijo, y con él la posibilidad de vida.
Más allá de las diferentes interpretaciones que los especialistas en Sagrada Escritura hagan del relato, la llamada poderosa y firme de Jesús al muchacho, puede, sin ninguna duda, tener eco en cada uno de nosotros. Es una llamada a “despertar” y poner en acción todo aquello que en nosotros está apagado, abandonado, inactivo, “muerto”. Para que los otros tengan vida.

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo