La liturgia del domingo pasado nos ofrecía el relato del bautismo de Jesús integrándose, como uno más, en el colectivo de todos aquellos que escuchaban la invitación del Bautista a la conversión. A pesar de su inocencia, pasaba desapercibido entre la gente como un pecador más.
Hoy Juan el Bautista da un paso más dejándonos su testimonio personal sobre Aquel a quien había bautizado. Nos invita de este modo a superar esa superficialidad en que nos envuelve y sumerge con frecuencia la inercia de nuestra rutina religiosa. Pretende adentrarnos en una espiritualidad más consciente y viva, fundamentada en la sólida identidad cristológica de Jesús, a quien hemos confesado como tal en nuestras promesas bautismales.
Fray Juan Huarte OsácarConvento de San Esteban (Salamanca)