Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Él les responde:
«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?».
Y les decía:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Desde esta orilla, el Maestro nos invita a conjugar el hoy con señorío, a saber, siendo señores del sábado, que no señoritos, lejos de esa actitud farisaica que se mueve y remueve en el continuo «lo que está permitido vs. lo que no está permitido». Y si bien es verdad que el hombre necesita de un conjunto de normas, reglas para llevar a buen término su estar en el mundo, cuando éstas se han cosido con el hilo egótico, lejos de orientar nuestras actitudes para un buen hacer y un buen estar, se convierten en rémora por la toxicidad que llevan en su ADN, el del fatídico cumpli-miento: la hipocresía está servida, la doble moral. Jesús es implacable ante esto: No hagáis lo que ellos hacen.
Sor Mª Ángeles Calleja O.P.
Monasterio Santa Catalina – Paterna