Es palabra de Dios
REFLEXION
Un hombre desahuciado, herido por la lepra, era socialmente marginado y civilmente muerto. Su vida, una situación desesperada, un callejón sin salida: ni curación ni vida social. Se comprende así su actitud provocativa ante Jesús, poniéndose de rodillas ante Él: “Si quieres, puedes limpiarme”. Y se comprende también la respuesta de Jesús: “Quiero”, y vete al sacerdote para que certifique la curación y ser reintegrado a la sociedad.
Cuando Jesús ordena al leproso presentarse al sacerdote le está indicando que debe caminar por la nueva vida mirando al futuro, y no olvidar las perspectivas del pasado. Y llama su atención pidiéndole silencio: “No se lo digas a nadie”. No quiere Jesús crear dos personajes famosos, sería una desviación de lo que nos conviene a cada uno de los que nos decimos salvados por Él.
Nosotros también corremos a veces cierto peligro de andar reclamando la atención del público, cuando la raíz de nuestra salvación y de la de los demás es continuar en la escucha de lo que Jesús nos vaya diciendo día a día.