12/8/24

EVANGELIO MARTES 13-08-2024 SAN MATEO 18, 1-5.10. 12-14 XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».

Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial.

¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.

Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

                                  Es palabra del Señor

REFLEXION

Los discípulos preguntan a Jesús ¿Quien es el más importante en el Reino de los cielos?

La respuesta de Jesús no comienza con una palabra, sino con un gesto profético: Jesús llama a un niño y lo pone en medio; le hace al niño el centro de la contestación. 

Pero no habla de cualquier niño, sino de hacerse pequeño como este niño… de acoger a un niño como éste… en mi nombre. 

Se refiere a un chiquillo de “esta clase”;  o sea alguien considerado en la sociedad pequeño en el sentido de insignificante sin valor (así se consideraba en la época de Jesús a los niños repudiados, o a niños que abandonados se criaban en la calle). 

Jesús para mostrar que éste es el importante, habla de la importancia que tiene para su Padre un niño como éste y lo hace con dos ejemplos:

1º los ángeles de niños como éste gozan de contemplar el rostro de Dios;  señal de que son protegidos y tienen la benevolencia de mi Padre celestial. 

2º La parábola de la oveja perdida pone de manifiesto el amor del Padre por éstos pequeños  es de tanto su valor que deja las 99 y va en busca de la extraviada hasta que la encuentra.

El Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños. 

Gran enseñanza para la comunidad: convertirse y «hacerse como niños». Confiados en el Padre; sin buscar prestigios sociales. Así el chiquillo/servidor pasa a ser modelo de discípulo. Porque eres discípulo de Cristo; cuida en la comunidad a los más pequeños e insignificantes.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)