22/8/24

EVANGELIO VIERNES 23-08-2024 SAN MATEO 22, 34-40 XX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

                                            Es palabra del Señor

REFLEXION

Mateo nos presenta a  saduceos y fariseos uniéndose para poner a prueba a Jesús: “Maestro, cuál es el mandamiento mayor de la Ley”?

La pregunta no era tan sencilla, como nos puede parecer a nosotros hoy, porque la mayoría de los juristas consideraba que todos los mandamientos tenían la misma importancia y obligatoriedad. Otros defendían que guardar el sábado era la primera obligación de todo israelita. También había quien defendía el amor al prójimo como el principal. A nadie se le había ocurrido que el principal mandamiento, eran dos.

En Mateo y en Marcos, Jesús responde recitando la "shemá" (escucha), que todo israelita piadoso recitaba dos veces cada día (Dt 6, 4-9); pero añaden una referencia al Lev 19,18, que prescribe amar al prójimo como a ti mismo.

En Lucas, Jesús le dice al letrado: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?, y es el maestro de la Ley el que responde exactamente lo mismo.

La originalidad de Jesús es doble. Por una parte el haber unido los dos mandamientos y por otra el ampliar el concepto de prójimo.

Juan que escribe veinte años más tarde que los sinópticos, lo tiene mucho más claro. Jesús da un solo mandamiento nuevo: "Que os améis unos a otros" (Jn 13,34). Esta es la novedad de Jesús. Es el mandamiento nuevo, por oposición al mandamiento antiguo, la Ley.

El amor que exige Jesús, no se alcanza con el cumplimiento de un precepto. En Jesús no se trata de una ley, sino de una respuesta a lo que Dios es: "Un amor que responde a su amor" (Jn 1,16). El amor que pide Jesús tiene que surgir desde lo hondo de la persona, no imponerse desde fuera. Se trata de manifestar hacia fuera, lo que Dios es en mí ser.

Él, vive el mandamiento del amor de un modo concreto y no abstracto.

 Su vida y misión pueden ser resumidas en la integración profunda y concreta del amor a Dios y al prójimo. En esta integración Jesús encontró la raíz de su libertad. Libertad que lo capacitó para ser plenamente fiel a la voluntad del Padre y a las necesidades del pueblo. (Reflexión al Evangelio enriquecida por homilías de Fray Marcos y por los libros: tu Palabra es vida de la Conferencia de los Religiosos del Brasil).

Hna. María del Mar Revuelta Álvarez
Dominica de la Anunciata