29/8/24

EVANGELIO VIERNES 30-08-2024 SAN MATEO 25, 1-13 XXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
Señor, señor, ábrenos.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

                                    Es palabra del Señor

REFLEXION

El evangelio de hoy es una invitación de Jesús –una de las muchas que aparecen en los evangelios- a la vigilancia. En esta ocasión habla de la llegada del Reino, y el contexto es el de una celebración de bodas, es decir, fiesta y alegría. Y en ese clima festivo la presencia de diez jóvenes que salen a esperar al esposo, y que sin duda pensaban participar de la gran fiesta. Sin embargo no acuden en las mismas condiciones a esa espera. Unas tuvieron en cuenta todo lo que podía ser necesario para asegurarse de que, cuando el novio llegara, ellas estarían preparadas para entrar con él al banquete. Las otras parece que no pensaron en ello. El novio se retrasa y unas y otras se duermen. Cuando por fin llega el novio surge el problema…

Sin entrar en disquisiciones sobre lo que puede significar el aceite, lo que si podemos deducir, tal vez, es que no todas tenían el mismo grado de interés en ese encuentro con el “novio”. Y el interés no se puede prestar ni compartir.

La llamada de Jesús a estar vigilantes nos da las claves para poder comprender y llevar a la vida este texto. Es cierto que se puede vigilar por motivos muy diversos, entre ellos la prudencia o el miedo… pero el contexto de la parábola no nos permite suponer esas motivaciones. Se trata de la llegada del Reino, de nuevo escenificado en un banquete al que estamos invitados.

Esperar vigilantes la llegada del “novio”, del Señor, significa vivir desde el deseo y la esperanza de encontrarse con Él, de descubrir en la relación con Él el sentido de nuestra vida.

Ojalá esa llamada a la vigilancia nos despierte y nos ayude a caminar paso a paso, cada día de nuestra vida, en el seguimiento del Señor Jesús.

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo