En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
Es palabra del Señor
REFLEXION
En el pasaje de hoy, vemos las impresiones y las actitudes de los judíos tras el signo de la resurrección de Lázaro. Habían visto que Jesús tenía poder para devolver la vida a quien había muerto, y esto superaba todo entendimiento por parte de los judíos, ven a Jesús como un enemigo, un rival que puede arrebatarles el poder, sublevar al pueblo y destruir la nación, es decir, no son capaces de captar y acoger la grandeza de Dios en la persona de Jesús, sus corazones están embotados por el miedo a perder las seguridades, por eso, planean la muerte de Jesús. Jesús da la vida, hace signos extraordinarios, viene a los suyos para traer la salvación, sin embargo, Él recibe sospechas, murmuraciones en su contra y la condena a muerte.
“Conviene que muera uno por el pueblo”, dice Caifás, palabras que él dice sin ser consciente de la magnitud que eso supone, ya que es el Creador de todo quien envía a su hijo para redimir el mundo, el inocente por los culpables, el único capaz de dar la vida, hasta la última gota de sangre por todos, incluso por aquellos que conspiran contra él para darle muerte. Jesús, que conoce el corazón del hombre y sabe que su muerte es cercana, se retira al desierto, y allí pasa el tiempo con sus discípulos. Imaginemos por un momento la escena de Jesús hablando con sus discípulos, instruyéndolos, disfrutando también de los últimos días con los que habían compartido su camino, y con el corazón entregado, sabiendo que pronto iba a ser entregado para morir.
Hoy te invito a poner tu vida al reflejo de la vida de Cristo, en este sábado antes del Domingo de Ramos, donde veremos que Jesús es aclamado por todos como el Hijo de David, en unos días veremos también que Jesús también será condenado a muerte. Si hoy estás sumido en el dolor, si no sabes cómo salir de la situación en que vives porque te encuentras solo, si no tienes el consuelo de los que te rodean…vive tu pasión junto a la Pasión de Cristo, deja que Él abrace contigo la cruz, déjate guiar en esta Semana Santa que comienza, no temas, Él murió por ti, porque te ama incluso en donde tú no puedes amarte, ahí, es donde Jesús quiere resucitar. Esa nación por la que Jesús iba a morir, somos todos nosotros, dispersos, divididos entre nosotros y en nosotros, somos ese pueblo tantas veces perdido, por el que Dios ha sentido predilección, y por el que ha mandado a su Hijo, el cual entregando la vida, nos dio la dignidad de ser hijos de Dios.