17/4/22

DOMINGO 17 DE ABRIL : DOMINGO DE RESURRECCION

 




Amanece el tiempo de Pascua. Tan grande es la experiencia de la Resurrección, tan fuerte sigue resonando en la Iglesia a pesar de los siglos, que no nos basta un día, ¡ni ocho siquiera!, para acogerla y celebrarla. La Pascua toca las raíces y la identidad de nuestra fe como seguidores de Jesús. Es nuestro sello, pero también la fuente a la que volvemos para nutrirnos y renovar nuestra esencia como creyentes. Porque la fe no es una pieza de museo, antigua y valiosa; tampoco una doctrina, una cultura o unas normas que repetimos porque tenemos interiorizadas. La Pascua nos empuja a nacer de nuevo, a dejarnos engendrar por el mismo Dios que, sacando a su Hijo Jesús de la oscuridad de la muerte, lo hizo vivir para siempre como  Señor y Salvador.

Amanecer en Pascua es más que recordar otros tiempos, personas o costumbres desde la nostalgia o el lamento. Es volver a vivir la experiencia de la vida del Resucitado desde dentro, haciéndola propia, acogiéndola hasta el punto que nos cambie en lo profundo y escondido, que nos contagie la fuerza de su alegría, el coraje de su esperanza.

Amanece la Pascua. Y lo hace, como cada año, en primavera. ¿Seremos capaces de reconocer y señalar toda la vida que se despereza a nuestro alrededor? ¿Nos pondremos en marcha para asociarnos de forma contagiosa al rumor de vida que el Viviente despierta en el mundo? ¿Tendremos el valor de sentirnos, en primera persona, testigos del Resucitado?

Fr. Javier Garzón Garzón
Convento Santo Tomás de Aquino - 'El Olivar' (Madrid)