25/4/22

EVANGELIO MARTES 26-04-2022 SAN MATEO 5, 13-16 SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».

                                   Es palabra del Señor

REFLEXION

En el Evangelio de este día Jesús no nos dice “tenéis que ser” sal o “tenéis que ser” luz. Sino dice “sois” sal y “sois” luz.

En la medida en que estamos en el mundo viviendo fuertemente enraizados en Dios, que es nuestra fuente de Vida y de Ser, somos sal y luz de la tierra. Y esto  no es otra cosa que poder transparentar a nuestro alrededor, en las relaciones que establecemos con nuestro entorno y en todo lo que hacemos,  la luz que brilla en nuestra interior, la luz que es Dios mismo, la luz que es siempre recibida para entregarla.

Pero es verdad,  que por el camino se nos van pegando capas y capas que nos hacen vivir cada vez más en la periferia de nosotros mismos, que van desvirtuando aquello que somos en el fondo, que impiden el paso de la luz. Y si no hay luz todo se convierte en oscuridad, confusión y perdemos el norte, perdemos el sentido.

En cada persona la luz brilla con un tono y color propio; y ese color propio es el que cada uno estamos llamados a poner. Pero al mismo tiempo necesitamos el color de los otros, su aportación específica. Nadie tenemos todo, pero todos tenemos algo que poner, que compartir en este mundo en que todo está interconectado y en esta época en que más que nunca nos sabemos  pertenecientes a una casa común, a un proyecto común que sólo será posible si sabemos construir un nosotros a partir de la riqueza de lo diverso.

Hagámonos conscientes de todos los espacios, situaciones cotidianas, personas que Dios pone ante nosotros. ¿Cuál es nuestra forma específica de ser luz y sal en nuestros entornos? ¿Cómo colaboramos a disipar oscuridades a nuestro alrededor, a favorecer una vida con más sabor evangélico? Que en este día cada uno podamos descubrir “nuestra parte” en el conjunto, nuestra humilde contribución para “cocinar” el día a día de este Universo, del que somos una minúscula partícula, pero tan importante para Dios.

Hna. María Ferrández Palencia, OPCongregación Romana de Santo Domingo