Es palabra del Señor
REFLEXION
Este relato de Juan sobre la mujer sorprendida en fragante delito de adulterio, pone a Jesús nuevamente ante el conflicto con la Ley y los fariseos. Jesús es un incordio para los estamentos del poder político y religioso de los judíos. Por eso intentan ponerle trampas. “La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú ¿qué dices?” le preguntan. Jesús, como en el relato del tributo al César, donde apela a la imagen que refleja la moneda, podría haber recurrido al Sanedrín, que era quien tenía atributos para sentenciar estos delitos. Podía haberse abstenido del confrontamiento. Pero en lugar de esconderse o rehuir su compromiso, se compadece de la mujer pecadora a la que ha perdonado sin prejuzgarla. “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Porque Jesús no ha venido a juzgar ni a condenar, sino a traer la salvación. Así, ante este reto todos fueron retirándose, empezando por los mayores, hasta el último. Y Jesús perdona a la mujer: Tampoco yo te condeno.: “Anda, y en adelante no peques más”. Él se compadece del pecador, conoce la debilidad del ser humano, y como Dios mismo, quiere y busca la conversión del pecador para que por su arrepentimiento, llegue a la vida. No nos corresponde a nosotros ser jueces de los actos de los demás, porque sólo Dios conoce el interior de las personas. El nos enseña a ser condescendientes, tolerantes y generosos con los demás. Nos invita a tener un corazón compasivo y misericordioso. Dios nos brinda la oportunidad de difundir el amor y la amistad, de disfrutar y promover el gozo del perdón y la reconciliación, de abrirnos al hombre nuevo, solidarios, capaz de paz y de esperanza. El hombre convertido, como el buen ladrón, que recibe la bendición de la salvación: “hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Seamos instrumentos de paz y concordia y no de confrontación y prejuicio.