Nos preparamos a celebrar la muerte de Jesús y su resurrección. En este domingo la Palabra de Dios destaca la fe como confianza. Recomendación imprescindible cuando estamos viendo tantas heridas y tantas víctimas en nuestro mundo mientras aparentemente Dios guarda silencio ¿Estamos solos en la vida? ¿nuestro destino final es la nada y el fracaso? ¿merece la pena seguir buscando más humanidad si todo termina en el sepulcro frio y mudo?
A estos y otros interrogantes parecidos responde hoy la Palabra de Dios.
En la primera lectura el sacerdote Ezequiel está sufriendo con otros judíos el destierro en Babilonia y como profeta trata de levantar el ánimo hundido los desterrados. La segunda lectura -carta de San Pablo a los romanos- recuerda que los cristianos hemos recibido el Espíritu que da vida y nos levanta de la postración mortal en que nos sumerge nuestro radical egoísmo. Finalmente la tercera lectura sugiere que la resurrección de Lázaro: es fruto del Espíritu que actúa en quienes que, a veces en silencio y a pesar de todo, siguen confiando.
Las tres lecturas traen un mensaje central: En las situaciones sombrías de nuestra existencia no estamos solos. Hay una Presencia de amor en la que existimos, nos movemos y actuamos. Cuando nos abrimos a esa Presencia y nos dejamos seducir por ella -es lo que significa la fe- somos capaces de vencer a la muerte. Y el Espíritu suscita en nosotros esa fe o confianza en que, ocurra lo que ocurra, nuestro destino es la es la vida.