27/3/23

EVANGELIO MARTES 28-03-2023 SAN JUAN 8, 21-30 QUINTA SEMANA DE CUARESMA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

Estamos muy cercanos a su Pasión. Y una y otra vez el evangelista nos presenta la voluntad de Dios. Lo que quiere Jesús es que el mundo se salve. No ha venido a condenar sino a salvar. Estos diálogos tan cíclicos no son más que persuasivos del que viene a salvar. Cuando levantéis al Hijo del hombre sabréis que “yo soy”.  Quiere que la humanidad  se habitúe a la voluntad de Dios “hago lo que le agrada”. El pecado esclaviza, solo el amor libera.

Este evangelio ha sido escrito para que “creyendo tengáis vida en su nombre”.

Nuevamente el texto nos dirá que otros muchos sí acogen.  Estamos en unos días privilegiados para penetrar  en el misterio de Jesús, quién es en el fondo Jesús. La crucifixión no ha sido una maldición, cómo la concebían los judíos, sino que se ha convertido en la mayor muestra de su gloria. Aunque la experiencia de la cruz  supuso para él cierta oscuridad y abandono, por él nos vino la Redención. Era  inocente y no merecía aquella muerte.  Ha sido exaltado.

A él le ha revelado el Padre celestial como nuestro Señor y Salvador. Podemos volver los ojos a Cristo crucificado y  reconocer su amor por nosotros. El Papa Benedicto XVI escribió que la cruz de Cristo es la verdadera zarza que arde sin consumirse. En Jesús crucificado se nos muestra el amor de Dios que también a nosotros desea liberarnos de toda esclavitud. Levantemos nuestros ojos, cómo hace Sto. Domingo, en el fresco de Fra. Angélico, mirando al crucificado y así  cómo los israelitas se curaban al mirar la  serpiente,  sanen en él  nuestras heridas.

Jesús, el Hijo de Dios,  descendió del cielo para llevarnos al cielo, a la altura de Dios por el camino del amor.

El evangelista se asombra  reconociendo  en la cruz el resplandor del amor, la luz de la entrega de donde brota la resurrección. No nos opongamos a este misterio de  comunión y vida. La sabiduría que  nos da Dios no es la sabiduría de este mundo. Es la sabiduría que va poco a poco transformando nuestra vida y nos hace cantar: en el está   nuestra salvación, nuestra gloria para siempre.

None Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio de Santo Domingo (Segovia)