Suena la voz del profeta anunciadora de una historia hilvanada con hilos de esperanza. Pregonero de unas entrañas futuras donde la vida se engendrará tras una promesa sin mancha. Rúbrica divina escrita desde un génesis rebosante de ternura. Búsqueda sin tregua de quien no desea ahorrarse y se deja hacer por el hacedor de todo lo creado. Así son los entresijos de una oportunidad para la salvación donde abunda el respeto y la sorpresa.
El Papa Francisco se dirigía a los jóvenes en estos términos: "la salvación que Dios nos regala es una invitación para formar parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos. Allí viene el Señor a plantar y a plantarse; es el primero en decir "sí" a nuestra vida. Él siempre va primero, es el primero a decir "sí" a nuestra historia, y quiere que también digamos "sí" junto a Él. Él siempre nos primerea. Es primero. Y así sorprendió a María y la invito a formar parte de esta historia de amor (...). sin quererlo ni buscarlo se volvió la mujer que más influenció en la historia. Le podemos decir con confianza de hijos: María, la influencer de Dios".
Aquel fue un momento solemne para la historia de la humanidad: se iba a cerrar el tiempo del pecado para entrar en el tiempo de la gracia, se pasa el tiempo de la paciencia de Dios al de mayor misericordia. La creación entera está pendiente de un "sí". El ángel trae buenas nuevas. Su "no temas" da paso a la gran sorpresa. La virgen profetizada en Isaías es Ella. Comienzan, si María quiere, los tiempos tan esperados de la gran misericordia de Dios.
María escucha, piensa, y pone una objeción no de resistencia, sino de no entender como Dios le puede pedir dos cosas que son incompatibles para el ser humano: la virginidad y la maternidad. Gabriel responde la duda, María ve, ahora, la llamada anterior compatible con la maternidad que se le pide. El tiempo se detiene. María reconoce el querer de Dios para Ella: su colaboración libre en una empresa divina. Percibe que su maternidad va a ser de una calidad especial. Ella introducirá al Hijo sempiterno en la vida de los hombres. María ve, sobre todo, el gran derroche de Amor en el mundo. El mundo espera su respuesta. El cielo está en suspenso ante la respuesta. Los segundos se hacen eternos. Cuando de pronto surge de su boca el sí con acentos de entrega y fe consciente y amorosa.
El Espíritu forma la humanidad de Jesús y la une al Verbo. La Humanidad llega a su punto más alto: Dios se ha unido al hombre en Jesús. No hay cumbre mayor a partir de entonces. Y el gozo embarga el corazón de María llena de Dios y también el nuestro llamados a ser portadores de que para Dios nada hay imposible.