El relato evangélico de hoy nos narra el tercer anuncio de la pasión (20,17-19), y la petición de la madre de los Zebedeos sobre los primeros puestos para sus hijos, así como todo lo que desencadena (20, 20-28), lo que lanza un aldabonazo a nuestras relaciones comunitarias.
Tras la indignación de los otros discípulos por la petición de la madre de Santiago y Juan (24), Jesús presenta dos posibles alternativas de conducta: una, negativa, la de los gobernantes y poderosos (25) y otra, positiva, la del mismo Maestro (v.28) Entre ambos modelos Jesús exhorta a sus discípulos sobre cómo ha de ser su comportamiento, subrayando la contraposición al primero de ellos: “no así entre vosotros”.
Jesús propone dos iconos para presentar el modelo en las relaciones entre los discípulos (20, 26b-27): el primero, el servidor (en antítesis al grande) era el que hacía el servicio de las mesas fundamentalmente; y el segundo, el esclavo (en contraste al primero) era aquel que no se pertenecía a sí mismo, sino que pertenecía a otros. Con ello, contrapone la estructura de dominación propia del mundo y la estructura de servicio propia de sus seguidores. Jesús está planteando a su comunidad una reorientación de los valores y los modelos de comportamiento respecto a la praxis de las estructuras sociopolíticas. Ambos términos, servidor y esclavo, han de dinamizar las relaciones entre los discípulos; estos generan un tipo de relaciones comunitarias en los que no existe la subordinación de unos a otros, ni siquiera ante los líderes. La idea cristiana del servicio representa un cambio de valores efectuados por el Señor Jesús que ha venido a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
La Palabra de hoy nos interroga cómo son nuestras relaciones comunitarias: ¿están en la clave de los grandes y los poderosos o responden a los iconos propuestos por Jesús de servidor y esclavo? Hoy día de la mujer, nuestro interrogante no puede dejar de tener presente cuál es su lugar en la iglesia y como se dinamizan las relaciones varón-mujer dentro de la comunidad eclesial.