Después de la gran apertura del capítulo cinco, con las Bienaventuranzas y las palabras acerca de ser sal y luz, donde Mateo coloca una de las grandes enseñanzas de Jesús, nos encontramos en la lectura de hoy con un elemento clave de su misión: él no ha venido a abolir la ley, a destruir lo anterior sin más, sino a llevarlo a su plenitud.
Frente a una comunidad en crisis de identidad ante las enseñanzas e interpretaciones de la Ley (Torá) llevadas a cabo por un grupo de teólogos judíos instalados en Jamnia, Jesús va a decir que la observancia legal de los escribas y fariseos está totalmente superada. No se trata de cumplir unas normas porque están escritas, sino que hay que llenarlas de contenido que ayuden a vivir al ser humano. El cumplimiento de la ley alejado de una sana relación con Dios y del compromiso con las personas, especialmente con los que más sufren, no tiene sentido, porque es incapaz de transformar la realidad, la vida.
La sentencia inicial de la narración es toda una declaración de intenciones. Dar cumplimiento y sentido a la ley es buscar el bien del ser humano, mostrar la justicia que viene de Dios y cumplir su voluntad. Frente a la Ley y los profetas, Jesús se sitúa en continuidad, pero no de cualquier manera sino para llevarla a su plenitud definitiva. La llegada de Jesús, su persona, su enseñanza y predicación es capaz de superar cualquier expectativa humana. Por eso, cumplir la ley no consiste solo en poner por obra lo indicado en ella, sino llenarla de un contenido diferente capaz de transformar nuestra vida.
Jesús ha dado sentido a la ley, en consecuencia, él es el único camino para alcanzar la Verdad. La ley, en su persona se ha transformado, permitiéndole alcanzar la plenitud a la que estaba destinada. He aquí la gran paradoja que supone la permanencia de lo antiguo y a la vez su radical transformación. Jesús se sitúa en línea con los antiguos profetas que distinguían entre lo esencial y lo secundario en relación con Dios. Mateo va a insistir en el cumplimiento profético de la ley, de tal forma que no pasará el cielo y la tierra hasta que se cumpla o realice su más pequeña letra o tilde. Jesús muestra así su autoridad y su superioridad sobre la ley al conferirle una práctica diferente en referencia siempre al ser humano, especialmente a los más débiles y marginados.
El comportamiento ante la ley manifestará la responsabilidad que el creyente tiene de comprometerse con la voluntad de Dios y, en consecuencia, su grandeza o pequeñez ante el reino de los cielos. ¿Quiero ser grande en el Reino de los Cielos?