El Señor sigue marcando el camino y parte de la vida diaria concreta (la viuda) donde se fragua y se realiza la fidelidad, que prepara para afrontar bien los dichos, habladurías o realidades de tiempos duros que amedrentan a los que no están pegados a su Dios. Estas predicaciones de los últimos tiempos como que atentan contra lo más sagrado (el Templo) a las seguridades ficticias de quien vive en la superficialidad; a los apegos a las cosas temporales, por grandiosas que sean y el Señor advierte: “que nadie os engañe”, porque “Él es” y está a nuestro lado, no en una novedad que tengamos que añadir, sino una realidad continua. Guerras y revoluciones son, por desgracia, el hábitat del pecado que anuncian el poder destructor y hasta la muerte, la persecución (que es compañera de los fieles desde el principio).
Tenemos que tomar nuestra calma, seguridad y fuerza en Jesucristo el Señor que es nuestro baluarte, el que ha dado su vida y remedio al hombre de todo mal. Los cristianos lo somos desde esta experiencia vital salvadora que ya ha podido y vencido todo dolor, impotencia y destrucción. Por eso hay que mantenerse y crecer en la confianza cierta de nuestro Salvador.
¿Cómo te encuentras ante tantos acontecimientos y situaciones ´catastróficas` en el mundo actual?
¿Tiene algún parecido con lo que se narra en la Palabra de este día?
¿Te identificas en algo con los personajes de que hablamos?