Hoy encontramos varias enseñanzas de Jesús. La primera es cómo debemos proceder a la hora de corregir a alguien si consideramos que ha obrado mal…. Jesús quiere que lo hagamos en privado, con delicadeza…. No desea que aireemos los defectos y fallos de los demás…, tratémoslo como deseamos ser tratados nosotros y si con esta advertencia no se corrige, entonces es cuando puede que sea necesario que el testimonio de otros hermanos propicie el reconocimiento de los errores y lleve al arrepentimiento de esta persona… Y como última instancia es la comunidad la que debe hacer caer en la verdad al hermano que se ha equivocado en su modo de proceder, buscando la plena comunión… ¡Qué valor da Jesús a la Comunidad, a la Iglesia, cuando dice ”todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo”!; por eso es responsabilidad, tarea y misión de la Iglesia - de todos los creyentes- actuar con infinita paciencia y misericordia, confiando en que la fuerza del amor y de la oración de intercesión, obrarán conforme pedimos a Dios, que siempre será lo mejor para todos y cada uno, alcanzando que la gracia triunfe aún en los corazones más obstinados… De ahí la importancia de creer firmemente y poner en práctica otra de las enseñanzas de Jesús: “si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos”, no por nuestros méritos ni valía, sino porque con nosotros ora el mismo Cristo que nos dice “donde dos o tres están reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. ¿Vivo consciente la presencia real de Cristo en nuestras asambleas eucarísticas, en la catequesis, en nuestros encuentros de Cofradías, de Hermandades?, ¿nos reunimos en su Nombre y con Él o es mero formalismo? |