El que ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiere servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Es palabra del Señor
REFLEXION
En la misma línea de la primera lectura, Jesús nos vuelve a insistir en la entrega de nuestra vida. Recuerda para ello dos razones. En una sociedad agrícola como la suya aduce el argumento del grano de trigo. La única manera que tiene de dar fruto es caer en la tierra, es morir enterrado en la tierra. Las palabras de Jesús pueden parecer extrañas a primera vista. El que gana pierde y el que pierde gana. Pero, como bien sabemos, y nuestra experiencia nos lo confirma, Jesús acierta.
Y Jesús va más allá. Nos asegura que aquel que le sirve, es decir, el que vive y acepta su persona y todas sus palabras e indicaciones, gozará de una profunda intimidad con él. “Donde yo esté allí estará mi servidor” y será honrado por el Padre.