31/8/22

EVANGELIO JUEVES 1-09-2022 SAN LUCAS 1-11 XXII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

                                    Es palabra de Dios

REFLEXION

El texto evangélico nos presenta lo que algunos estudiosos llaman “la primavera de Galilea”. Es decir: los momentos en que Jesús se siente acogido por los galileos. Le consideraban uno de los suyos, galileo, de Nazaret. “La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios”. Según el texto los oyentes entendían que lo que Jesús proclamaba venía de Dios. Nada más elevado se podía decir de él. Jesús, como solía hacer, buscaba después de su contacto con la multitud, momentos de distancia de ella, por eso pide “remar más adentro”. Como si quisiera estar cerca de Pedro, Santiago y Juan, para confiarles algo a ellos solo. Y lo que confía a Pedro es que se incorpore a su proyecto, ser “pescador de hombres”. La respuesta de Pedro, no solo de él, sino también lo de los otros dos, fue “dejarlo todo y seguirle.

No podemos pasar por alto que previo a que Jesús le confiara la misión de ser pescador de hombres, Pedro ha reconocido su condición de pecador, que no resiste la presencia de Jesús. Jesús cuenta con pecadores que lo reconocen, con personas -hombres y mujeres- vulnerables y débiles, también moralmente. Eso sí, siempre que sean conscientes de ello. En la línea de la primera lectura no pueden verse como “sabios”. Y no lo eran.

Esta lectura nos permite reflexionar sobre cómo nos vemos nosotros ante Jesús. Nos sentiremos “pecadores” como Pedro; pero a pesar de nuestras limitaciones dispuestos a asumir lo que Jesús quiere de nosotros. Decía Peguy: “nadie es digno de educar”. Hemos de decir nadie es digno de ser “pescador de hombres”. Pero desde la indignidad, como Pedro, hemos de seguir al Maestro, seguir a Jesús.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


30/8/22

EVANGELIO MIERCOLES 31-08-2022 SAN LUCAS 4, 38-44 XXII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
El, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
Pero él les dijo:
«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

Hoy vemos a Jesús realizar varios milagros curando a la suegra de Pedro, a los enfermos que le traían, a algunos endemoniados… no es de extrañar que los de ese pueblo quisiesen que se quedase siempre con ellos. Pero Jesús tenía horizontes más amplios, “también a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado”.

Vemos que Jesús, en este pasaje y en otros con más claridad, no desea que le tengan como un milagrero y que le acepten como tal. No quiere que se queden con sus milagros, sino con su persona, con su mensaje, que acepten a Dios como Padre, a él como amigo, a los demas como hermanos… y que el amor reine entre ellos.

Y ese mensaje lo quiere extender a cuantos más pueblos mejor. Y al morir y resucitar, pide a sus apóstoles que lo extiendan por todo el mundo, porque es la mejor noticia que cualquier hombre, de cualquier nación y tiempo puede recibir para que su corazón se inunde de vida y vida en abundancia.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


29/8/22

EVANGELIO MARTES 30-08-2022 SAN LUCAS 4, 31-37 XXII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».Pero Jesús le increpó diciendo:«¡Cállate y sal de él!».Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

                                                 Es palabra de Dios

REFLEXION

El evangelio de Lucas, tras el discurso programático de Jesús en la sinagoga de Nazaret, nos sitúa hoy en Cafarnaúm, a orillas del lago de Genesaret, lugar donde el Señor inicia su actividad pública. El profeta anuncia el Reino de Dios con la palabra, pero también con signos que señalan que ya ha llegado: “el Reino está entre vosotros” (Lc 17,21). Jesús enseña los sábados y los que lo escuchan quedan asombrados porque su palabra está llena de autoridad (exousia).

A continuación, encontramos la narración de uno de esos signos que preconizan el Reino. Jesús entra en la sinagoga y encuentra un hombre poseído por un espíritu inmundo. Era frecuente en la época atribuir enfermedades extrañas al influjo de espíritus malignos. El poseído grita al reconocer al Maestro de Nazaret: “¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios”.

En el lenguaje bíblico, lo impuro es lo contrario de lo Santo, y si lo Santo es lo propio de Dios, el Dios de la vida y del amor, lo impuro es lo propio del ámbito de la muerte y el odio. El demonio intuye que la llegada de Jesús conlleva una encarnizada lucha entre el poder de Dios y el poder del mal, aunque inmediatamente queda patente quien es más fuerte. El demonio pierde la batalla y sale del hombre sin hacerle daño. La curación de este tipo de enfermedades siempre muestra la superioridad de Jesús sobre los poderes malignos que hacen perder al ser humano su dignidad y su identidad como seguidor de Jesús.

La reacción de la gente no se hace esperar, el asombro y la estupefacción no se dejan ver solo ante sus palabras, como nos relata el texto evangélico al inicio, sino ahora también ante sus signos. El poder del Señor que bendice al ser humano siempre es más fuerte que cualquier otro poder que no le hace bien. “El poder de la fuerza siempre es más grande que el poder del lado oscuro” dice el Jedi en Star Wars. Pero hemos de estar atentos/as a las fuerzas que fluyen a nuestro alrededor: ¿Soy capaz de reconocer el poder del mal que pretende pervertir mi identidad de seguidor de Jesús y mi dignidad de ser humano? ¿Cómo le hago frente?

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.Congregación de Santo Domingo


28/8/22

29 DE AGOSTO . EL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA

 





Flavio Josefo, historiador judío, nos dice que Juan Bautista enardecía a mucha gente con su predicación. Al enterarse Herodes, temió que pudiera organizarse alguna revuelta y le destronasen a él. Anticipándose, mandó detenerlo y después matarlo.

Como resaltaba ya San Agustín de Hipona, San Juan Bautista es el único santo que es festejado no sólo en su muerte sino también en su nacimiento, al igual que Jesús y su Madre, María. Más aún, esta tradición duplicada se ha mantenido incluso en las últimas reformas conciliares en tiempos de Juan XXIII y Pablo VI. En concreto el martirio se celebraba ya desde el siglo IV de nuestra era.

De Juan Bautista dice San Beda el venerable: «El santo precursor del nacimiento, de la predicación y de la muerte del Señor mostró, en el momento de la lucha suprema, una fortaleza digna de atraer la mirada de Dios, ya que, como dice la Escritura, la gente pensaba que cumplía una pena, pero él esperaba de lleno la inmortalidad...

»No debemos poner en duda que San Juan sufrió la cárcel y las cadenas y dio su vida en testimonio de nuestro Redentor, de quien fue precursor, ya que, si bien su perseguidor no lo forzó a que negara a Cristo, sí trató de obligarlo a que callara la verdad; ello es suficiente para afirmar que murió por Cristo. […]

Martirio de Juan

La historia de Israel tenía la experiencia de que todo profeta, que hablaba en nombre de Dios y denunciaba el pecado y la injusticia del pueblo y a sus dirigente, ponía en peligro la propia vida y acababa sellando la palabra con la sangre.

Juan Bautista, voz profética, llegó a tener una gran autoridad ante sus oyentes y muchos en su pueblo se convertían. Les llegaba muy hondo el mensaje del nuevo profeta: justicia para con los hombres y devoción para con Dios. El programa de Juan era religioso y sin fines políticos, sin embargo, Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, lo encarcela y lo mata; ¿por qué?

Flavio Josefo, historiador judío, nos dice que Juan Bautista enardecía a mucha gente con su predicación y su estilo personal. Al enterarse Herodes, temió que pudiera organizarse alguna revuelta, como las que surgían entonces de vez en cuando, y le destronasen a él. Por eso, anticipándose y curándose en salud, mandó detener a Juan, posiblemente en la región de Perea, lo encarceló en Maqueronte, fortaleza situada al Este del mar Muerto, y después lo mandó matar.

Más tarde fue derrotado por Aretas IV, rey de Petra, que así vengó a su hija abandonada por Herodes para casarse con Herodías. Los judíos interpretaron dicha derrota como castigo de Dios por haber matado a Juan Bautista (cf. Antigüedades judías, 18).

Lucas tiene una cierta coincidencia con Flavio Josefo, pues dice que la gente le preguntaba a Juan: ¿Qué tenemos que hacer? Y su respuesta implicaba obligaciones de solidaridad y justicia con los demás; no bastaba ir al templo a orar y ofrecer sacrificios.

Pero además llegaban a hacerle esa misma pregunta otros colectivos muy representativos de la sociedad, como eran los recaudadores de impuestos y los soldados. Ya el hecho de que acudieran al profeta judío y le pidiesen consejo podía preocupar a Herodes; si, además, recibían órdenes de él y le obedecían, la cosa era más alarmante (cf. Le 3, 10-15). […]

El Evangelio de Marcos, que leemos en la fiesta de hoy, nos aporta un motivo más directo y personal de la muerte de Juan, que puede completar el de Flavio Josefo. Juan, como buen profeta, en su predicación no sólo hace análisis de una sociedad injusta, sino que sus denuncias también afectan a los gobernantes. «No te es lícito tener la mujer de tu hermana,, Hay que tener valentía y ser muy libre para gritar la verdad cruda e hiriente al poderoso.

Aunque Herodes lo respetaba e incluso temía al pueblo, que tenía a Juan por profeta, su esposa Herodías le odiaba y esperaba la ocasión propicia para eliminarlo. El drama está servido en molde veterotestamentario: recuerda al rey Ajab y a su esposa Jezabel, que odiaba a Elías y estaba dispuesta a matarlo (cf. 1R 18-19).

La ocasión se la ofreció «en bandeja», nunca mejor dicho, su propia hija, al bailar en la fiesta y obtener el juramento de Herodes para que le pidiese hasta la mitad de su reino (cf. Est 5, 3,6; 7, 2). El gesto ha quedado inmortalizado por los artistas que reproducen tantas veces la bandeja con la cabeza del Bautista.

Los discípulos recogieron el cadáver y lo enterraron...

Seguidores de Juan Bautista

Muchos discípulos de Juan se hicieron después discípulos de Jesús, pero otros muchos siguieron con su bautismo y afirmaban que el enviado de Dios y verdadero profeta, si no el Mesías, era Juan Bautista.

Por eso, se impuso el realizar en las comunidades cristianas una revisión de Juan, su mensaje y su movimiento. Había que poner a Juan en su sitio como «precursor», y a Jesús y al bautismo cristiano como continuación y perfeccionamiento de la obra de Juan (cf. Hch 1, 4 ss,; 2, 38; 11, 16). Juan ha sido superado (cf. Lc 1-2; 7, 28) y es el «amigo» y »testigo» de Jesús (Cf. Jn 3, 29; 15, 15; 1, 15.33).

Enterrado en Samaria, hacia el 362 los paganos profanaron el sepulcro de San Juan Bautista y quemaron sus restos, Unos monjes salvaron parte de los mismos y los remitieron a San Atanasio de Alejandría y aparecen en una iglesia entre las ruinas de Serapeum. Hoy día se guardan sus restos en Mira (Turquía), en una mezquita, venerados recientemente por el papa Juan Pablo II. Sus reliquias, muy apreciadas por los monjes, se expandieron por todas partes, lo mismo que su devoción; llegando a multiplicarse las cabezas, manos, dedos y hasta se conserva sangre en ampollas. También cultivaron su devoción los militares de los primeros siglos, que lo veneraban como defensor de la ortodoxia. Se encontró una cabeza del santo en Constantinopla, en la capilla familiar de Teodosio.

Incluso hoy existen innumerables iglesias nuevas en África que se amparan bajo su patrocinio.

Juan Bautista Lobato Fernández

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO LUNES 29-08-2022 SAN MARCOS 6, 17-29 XXII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO





 En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.

El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
                          Es palabra de Dios

REFLEXION

Juan anunciaba la conversión, el arrepentimiento, la vuelta de los corazones hacia Dios, porque el tiempo está cumplido. Su testimonio llega al gentío, y hasta el mismo Herodes reconoce en Juan un hombre honrado y santo, una persona cabal, consecuente y ejemplar. Una persona religiosa, devota y valiente. Lleva su labor de precursor, “Señor, ¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, hasta las últimas consecuencias. Por su testimonio y su predicación, es apresado, encarcelado y finalmente decapitado y ofrecido a la hija de Herodías como chantaje para acallar la voz del incesto de Herodías con Herodes. Juan es asesinado por la causa de Jesús, es una ofrenda martirial por su fidelidad al anuncio de la próxima venida del Mesías. Su vida austera, su ejemplo de devoción al Señor, su bautismo de conversión, su mensaje de mesianismo y salvación son un estímulo para nuestra condición cristiana. Jesús recoge esa tradición joánica y le da un giro trascendental. Juan os bautizó con agua, pero yo os bautizo en Espíritu y en verdad, dice Jesús en Hechos. La conversión y el arrepentimiento llevan a la misericordia del evangelio. Dios que entregó a su hijo para reconciliar al mundo y fundar la nueva creación, nos llama al misterio del amor. Juan nos pide mirar y volver nuestros ojos hacia Dios. Y mirar hacia Dios es tener puesta la vista en el otro, significa disponer la propia vida en servicio y ofrenda a los demás. Es salir de nuestros egoísmos y comodidades para atender las necesidades de nuestros semejantes. Jesús instaura un nuevo sistema de justicia, una nueva relación entre los hombres. La salvación significa que entramos en una comunión de fraternidad y hermandad con la naturaleza y entre los hombres de manera que nadie nos es extraño ni ajeno. Y ello tiene un gran peso en nuestra forma de creer. No me salvo yo sólo, en mi conversión enclaustrada. Me salvo con los demás, me salvo cuando ayudo a que todos estemos en hermandad entre nosotros y con Dios.

¿Potencio mi don de profecía haciendo partícipes de mi fe a quienes conviven conmigo?

D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)


27/8/22

28 DE AGOSTO : XXII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 




En un contexto social que sigue marcado por la exclusión frente al privilegio, en el que parece interminable la fila de quienes se esfuerzan por alcanzar los primeros puestos, la Palabra nos invita a tener “un oído atento”, un “corazón prudente” desde el que alcanzar la verdadera sabiduría.

El Dios, que como nos recuerda el salmo, “prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.”, nos habla de su radical opción por el enaltecimiento de los humildes y los mansos, a quienes Él revela sus secretos.

Humildad y amor gratuito parecen ser los ejes desde los que el Señor nos propone repensar nuestras relaciones humanas. Solo en medida en la que avanzamos en el camino del vaciamiento del yo, hacemos un lugar en nuestras vidas para que Dios actúe en nosotros -o a través de nosotros- en la construcción del banquete de la fraternidad universal.

Fray Juan Antonio Terrón BlancoCasa de Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)


EVANGELIO DOMINGO 28-08-2022 SAN LUCAS 14, 1,7-14 XXII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 





En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga:
“Cédele el puesto a este”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

                                            Es palabra de Dios

REFLEXION

 Nos encontramos con dos parábolas del buen comportamiento en la mesa. El texto de Lucas está bien construido. En la primera Jesús se dirige a los comensales a propósito del puesto que deben ocupar cuando son invitados (vv. 7-11) y en la segunda se dirige a quien invita para que haga una buena elección de los invitados (vv.12-14). Claro, que nada es lógico en estas parábolas, porque sucede que cuando somos invitados nos gustaría ser de los principales; y cuando invitamos nos gustaría hacerlo teniendo en cuenta la importancia de los mismos. No es eso lo que se propone en este conjunto, que toma la “mesa” como símbolo casi religioso. Las famosas “comunidades” fariseas (havurah/havurot, de haver, amigo), tenían cuidado de no invitar a nadie que no cumplieran con normas estrechas de comportamiento, de preceptos, de comidas kosher, etc.. No era admitido cualquiera a estas havurot. Por eso tiene mucho sentido las propuestas “alternativas” de Jesús a los suyos. En la mesa se compartía amistad e ideas, y por eso tenía tanta importancia.

 El evangelio, como ya se ha puesto de manifiesto, se nos propone la humildad. ¿Por qué, para ser un buen seguidor de Jesús es necesario ser el último, el servidor de todos? ¿No es una falsedad aparentar lo que no se es? Aquí no cabe otra explicación que el mismo misterio de la condescendencia divina, que siendo poderoso, se ha hecho como uno de nosotros. La parábola de los primeros y los últimos puestos en un banquete le sirve a Jesús para poner de manifiesto la humildad. El marco de esta parábola es la de un sábado en que Jesús es invitado a casa de un fariseo. Los fariseos, sus escribas, no gozan de buen nombre en el evangelio (Lc 20,46-47). ¿No es bueno aspirar a ser el primero, el mejor, el más perfecto? Si lo miramos desde la perspectiva de los deportistas en las Olimpiadas parecería que no es muy acertada la proposición de Jesús, aunque hoy sabemos que solamente gana uno; y muchos deportistas nos dan la lección de que es tan importante participar como ganar.

 De alguna forma este ejemplo lo podíamos aplicar a la vida cristiana: todos valen en una comunidad, todos tienen algo positivo, todos tienen algo bueno. No importa ser los primeros si ser el primero nos lleva a ser arrogantes e inmisericordes. Por eso la segunda parábola de la lectura de hoy pide que no invitemos o compartamos nuestra amistad con los que nos van a pagar, sino con aquellos que no pueden responder a nuestra generosidad. Y es que el tema de la humildad, cristianamente hablado, se resuelve en la generosidad. El que es humilde es generoso, misericordioso con los otros. Esa es la razón por la que la humildad cristiana es actitud sabia y principio de amor.

Fray Miguel de Burgos Núñez(1944-2019)

26/8/22

27 DE AGOSTO : SANTA MONICA, MADRE DE SAN AGUSTIN

 





Su determinación, su entereza de ánimo, su inteligencia, su amor materno y su fidelidad a la Iglesia resultaron decisivas en la conversión religiosa de su hijo. Su vida es un modelo para muchas madres y es patrona de las mujeres casadas y de las madres cristianas, así como de las víctimas de abusos, los alcohólicos o los matrimonios con problemas.

Madre de San Agustín

Tagaste, 331 - Ostia Tiberina, 387

Por su vida personal, por su influjo en la vida de San Agustín (28 de agosto) y por sus posibilidades simbólicas, Santa Mónica merece un puesto de honor en el santoral cristiano. Su determinación, su entereza de ánimo, su inteligencia, su amor materno y su fidelidad a la Iglesia resultaron decisivas en la conversión religiosa de su hijo, uno de los mayores padres de la Iglesia y figura cimera de la cultura occidental. Y esa actitud la convierte en modelo perenne de esposas y madres cristianas. La Iglesia, al honrar su memoria, satisface en cierto modo la inmensa deuda que tiene contraída con tantas mujeres anónimas, que no sólo han preservado la fe de sus hijos, sino que los han conducido al servicio de la Iglesia y de la sociedad.

Madre y Maestra de Agustín

Mónica tuvo tres hijos: Agustín, que quizá fuera el primogénito, Navigio y una hermana de nombre desconocido. Los dos últimos no le dieron mayores problemas. Navigio, joven de salud delicada, introvertido y amigo de indagar el porqué de las cosas, debió de contraer matrimonio, al igual que su hermana. Ésta enviudó pronto y luego fue abadesa del monasterio de Hipona. En él ingresaron también algunas sobrinas de Agustín, sin que conste si eran hijas de Navigio o de su hermana. Lo mismo sucede con Patricio, clérigo de la iglesia de Hipona, y con su hermano, subdiácono de la de Milevi.

Fue Agustín quien absorbió la atención de Mónica. Su genio requería cuidados especiales y ella nunca se los regateó. Sufrió con él, le acompañó en sus dudas, le previno contra el peligro de la lujuria «muy preocupada me amonestó en privado que no fornicase y, sobre todo, que no adulterase» (Conf. 2,3,7)— y le reprochó sus errores doctrinales y sus extravíos morales, llegando hasta expulsarle de casa. Otras veces adoptó métodos más suaves, echando mano de las riquezas de su corazón maternal. Solicitó el consejo de personas doctas que creía capaces de despejar las dudas de su hijo y conducirle al buen camino, y, sobre todo, le recordó día y noche ante el altar del Señor. La lucha se arrastró durante tres lustros y en ella Mónica dio muestras insuperables de amor maternal, de constancia, de sagacidad y de espíritu de fe. El resultado de su esfuerzo fue una obra maestra.

De recién nacido le llevó a la iglesia, le inscribió en el registro de los catecúmenos y le inculcó el amor a Jesucristo. Un día Agustín confesará que ningún libro, «por elegante y erudito que fuera», le llenaba totalmente si en él no hallaba el nombre de Jesucristo, cuya dulzura había mamado «con la leche de mi madre» (Conf. 3,4,8). Sin embargo, de acuerdo con la práctica de su tiempo, Mónica no sintió la necesidad de bautizar a su hijo.

En perfecto acuerdo con su esposo se desvivió por darle una educación esmerada, y no la interrumpió ni cuando la muerte del marido debilitó el presupuesto familiar, ni cuando el despertar de las pasiones, el amor maternal la llevó a subordinar el bien espiritual de su hijo a su carrera profesional. Temió que el matrimonio diera al traste con sus estudios y, en consecuencia, comprometiera también su porvenir profesional.

[…] Su fe necesitaba el abono de la tribulación. Y ésta no le iba a faltar. Del 371 al 386 Mónica sufre un auténtico calvario. Un día Agustín se va a vivir con una mujer, otro abandona la Iglesia y da su nombre a los maniqueos, una secta que la combate, y otro cae en las redes del escepticismo. Ella sufre y llora, pero no se desmorona. Un sueño en que ve a su hijo en la misma regla en que se halla ella la reconforta y le da la seguridad de la victoria. Un día su hijo compartirá su fe.

El 374 alcanza a su hijo en Cartago y durante nueve años vive con él, hasta el 383, en que sufre una de las grandes desilusiones de su vida. Agustín, insatisfecho de los estudiantes de Cartago, quiere probar suerte en Roma y, para hacerlo con mas libertad, abandona a su madre en la playa y embarca furtivamente para Roma. Mónica acusa el golpe. Llega a llamarle mentiroso y mal hijo. Pero continúa rezando por él y en la primera ocasión cruza el mar y se le une en Milán.

Agustín seguía sumido en la duda, sin certeza alguna y buscando desesperadamente algo en que creer: «Había venido a dar en lo profundo del mar y desesperaba de hallar la verdad> (Conf; 6,1,1). Decepcionado de los maniqueos, se había echado en manos de los escépticos, de los que no tardaría en pasarse a los neoplatónicos para terminar de oyente de San Ambrosio y lector de San Pablo.

Mónica celebró el cambio, pero sin entusiasmo. Su alegría no sería completa hasta la plena conversión de su hijo. Pensó entonces que el matrimonio quizá podría serenarle y le buscó una novia de su misma clase social. Agustín cedió a las conveniencias sociales, a las presiones de su madre y quizá también a los designios de la Providencia, y con inmenso dolor de su alma —mi corazón, sajado por aquella parte que le estaba pegado, me había quedado llagado y manaba sangre—, despidió a la mujer con la que había convivido durante 15 años. Pero antes de que su prometida alcanzara la edad núbil, llegó la gracia y tras ella el bautismo y la renuncia al matrimonio, a los honores, a las riquezas y a toda esperanza de este siglo. Mónica pudo cantar victoria. Su hijo ya se había subido a la regla del sueño.

El año que le quedaba de vida lo pasó al lado de su hijo saboreando la miel del triunfo. En Casiciaco cuida de Agustín y sus amigos «como si fuera la madre de todos». Interviene en sus diálogos filosóficos suscitando su admiración. En marzo del 387 está de nuevo en Milán, adonde Agustín ha vuelto para inscribirse en la lista de los catecúmenos. […] Finalmente, la noche de Pascua, asiste llena de júbilo al bautismo de su hijo, de su nieto Adeodato y de Alipio, el amigo del alma de Agustín.

A las pocas semanas estaban todos en Ostia, a la espera de una nave que les devolviera a África. En la patria les sería fácil dar con un lugar apropiado para servir a Dios. Un día, mientras descansan del viaje, madre e hijo experimentan el llamado éxtasis de Ostia Tiheria. Asomados a la ventana discurren juntos «sobre cómo sería la vida eterna de los santos [...], llegando a tocar con el ímpetu de su corazón aquella regios de la abundancia indeficiente en la que tú apacientas a Israel eternamente con el pasto de la verdad».

Mónica presintió la cercanía de la muerte. «hijo mío, nada me deleita ya en esta vida [...]. Una cosa deseaba y era el verte cristiano católico antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, puesto que, despreciada la felicidad terrena, te veo siervo suyo. ¿Qué hago ya aquí» (Con: 9.10,26). A los cinco días cayó en cama y tras breve enfermedad expiró.
Agustín, plegándose a su última voluntad, enterró a su madre en Ostia.

Javier Guerra O.A.R.

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO SABADO 27-08-2022 SAN MATEO 25, 14-30 XXI SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió:
“Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

                                               Es palabra de Dios

REFLEXION

Esta parábola, una de las más conocidas del evangelio, es una invitación a la responsabilidad, por una parte, y por otra, a no acomodarse y por miedo no arriesgar.  Dos personajes porque aman al señor que les da los dones ejercen su responsabilidad, el otro, por no entender el amor de su señor se muestra pasivo e indiferente a ese amor. No arriesga. Los tiempos cambian, las circunstancias también y por eso, es necesario arriesgar, hacer siempre lo mismo no vale ni a nivel político, social y sobre todo religioso. Por vocación creyente estamos llamados a arriesgar, a no acomodarnos haciendo siempre lo mismo y no adaptar ni nuestro lenguaje, ni nuestros ritos a la situación en que nos encontramos.

La misión de Jesús es comunicar en cada momento histórico la buena Noticia de un Dios Padre que tiene que ser estimulo, horizonte y esperanza para todo ser humano. De nada sirve vivir del pasado, sino somos capaces de transmitir algo significativo a los hombres y mujeres de hoy. El hecho de no cambiar nada, de no hacer nada distinto, no significa que estemos siendo fieles a Dios.

Los valores que el Espíritu está infundiendo en la Iglesia, y que debemos desarrollar los creyentes, se llaman audacia, capacidad de riesgo, búsqueda creativa y escucha atenta al Espíritu y a las situaciones de las personas. No es fácil, pero no tenemos otra manera de si, de verdad, queremos comunicar al mundo nuestra experiencia de ser seguidores de Jesús. No tengamos miedo por arriesgar contamos con la ayuda de Él que nos acompaña y anima. Que el Espíritu Santo nos da audacia y valor.

“Tú, Jesús, eres la Luz en nuestros corazones y nos das tu ardor para cumplir con nuestra misión. Tú nos confortas con tu palabra y en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos tu verdad y nos das la fuerza para ser tus testigos en medio de las dificultades de nuestro mundo. Gracias, Señor”

Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)

25/8/22

26 DE AGOSTO : SANTA TERESA DE JESUS JORNET E IBARS

 





Virgen, fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Durante su vida fundó 103 asilos en España y América

Una familia profundamente cristiana

Aytona, Cataluña, 9 de enero de 1843, nace a la vida una niña, Teresa, la hija primogénita de Francisco Jornet y de Antonia Ibars, que es bautizada al día siguiente. Familias serias y de auténtica fe las de Jornet y las de Ibars. […] La niña crece en un ambiente de seriedad procurado por sus padres, austeros y trabajadores, como lo han sido sus antepasados. Sus tíos Palau han notado que la niña es de inteligencia despierta y aguda. ¿Por qué no hacerle tomar los libros y seguir un curso normal de estudios? La iniciativa atrae también a los padres de Teresita. Y ésta, acompañada por su tía Rosa, marcha a Lérida. Junto a la tía se desarrolla la piedad de la niña y adquiere ya desde entonces un sello eucarístico.
Acabados los estudios en Lérida y cuando Teresita podía alegrarse con la idea de retornar a Aytona, ve que otras voluntades la mandan a Fraga, para proseguir su educación cultural.

Durante los meses de vacaciones, vuelve a Aytona. Con alegría y sencillez, torna a sus costumbres de «mujercita de su casa» y de muchacha de pueblo. En su juventud revela ya las dotes futuras de la organizadora y superiora del mañana.

Novicia en las Clarisas

A primeros de julio de 1868, Teresa y su hermana Josefa abandonan la casa paterna. La primera toma el camino que conduce al convento de Clarisas, en la localidad de Briviesca, en las inmediaciones de Burgos; la segunda se dirige al Asilo de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en Lérida.

Los meses del postulantado y del noviciado corren veloces. El alma de Teresa se esponja con el gozo de ver ya cercano el día en que se unirá definitivamente al Señor por medio de la profesión.

Dios, sin embargo, disponía las cosas de otro modo. Sus designios son indescifrables. Y Teresa, que no se ha movido ante las imposiciones de los hombres, tiene que replegarse ante la enfermedad. Le aparece un buen día en la frente una postilla rebelde a todo cuidado. Las religiosas se alarman. Los médicos dejan caer unas palabras muy tristes. Quizás aquella postilla sea de naturaleza maligna, tal vez, incluso, hasta contagiosa. Tratándose de una novicia. la voz de la prudencia aconseja alejarla del convento.

Con su tío, el Beato Francisco Palau

Una vez más, su tío, el padre Francisco Palau, trata de enfilar a Teresa en su pequeño ejército de Terciarios y Tericiarias Carmelitas. Sin comprometerse definitivamente, Teresa se pone a trabajar con ardor y con inteligencia. No sabe hacer las cosas a medias. El padre Palau la nombra visitadora de las escuelas que él va abriendo en la península y en las islas Baleares. El 20 de marzo de 1872 moría el padre Palau, y en abril Teresa está nuevamente con su familia; pero espiritualmente se encuentra sumida en la mayor soledad e incertidumbre frente al futuro. -Señor, ¿qué queréis que haga?».

Un grupo de sacerdotes de Huesca y de Barbastro, presididos por el maestro de capilla de la catedra] de Huesca, don Saturnino López Novoa, está echando las bases de un instituto femenino que se consagre exclusivamente a la asistencia de los pobres ancianos abandonados.

Don Saturnino entrega a la obra todo cuanto es y cuanto tiene. Pero hay que buscar las obreras de Dios.

En Barbastro abrirá don Saturnino la primera casa. La sede elegida se llama «Pueyo». Se trata de un antiguo edificio, un tanto viejo y en condiciones no muy honrosas, pero que ofrece muchas ventajas para la nueva finalidad. Vienen a habitar al Pueyo doce jóvenes de las cercanías, todas entre los 18 y los 30 años. Abundan en entusiasmos y buena voluntad. Carecen de riquezas materiales. Se comprende, pues, que la vida en el Pueyo discurra por cauces de pobreza y humildad. Pero ¿no es éste el venturoso comienzo de las obras de Dios? Entre las doce se encuentran Teresa.

¿Quién conducirá adelante esa incipiente comunidad? Nadie sino Teresa podía ser la cabeza de aquel grupo.Superiora permanecerá Teresa hasta la muerte. Serán veinticinco años de gobierno, Ha sido Dios, no los hombres, quien ha fijado la elección.

Su nombre primero es el de «Hermanitas de los Pobres Desamparados» Sólo en una segunda etapa y para evitar equivocaciones con el instituto francés del mismo nombre, se llamarán como actualmente se denominan «Hermanitas de los Ancianos Desamparados». ¡Hermanitas! No madres, sino «hermanitas, porque ellas se colocan en el último peldaño de la escala familiar, como el último de los hijos de una familia, dispuestas siempre a cumplir los deseos de los hermanos mayo-res, los ancianos.

El 27 de enero de 1873, Barbastro se viste de fiesta. Se va a proceder a la vestición de las «hermanitas». Toda la población se dio cita en la capilla del Seminario Conciliar. A falta de una iglesia propia, las hermanitas, recibirían el santo hábito en la iglesia de los seminaristas. La ceremonia resultó solemnísima.

Pero no habían de quedarse en Barbastro. El reloj de Dios señala una nueva hora.

En estos mismos días, en Valencia, un grupo de católicos reunidos en una asociación, propone combatir el mal con una obra de caridad. Entre sus muchas iniciativas cuaja un buen día el proyecto de ocuparse cristianamente de los pobres ancianos abandonados. Dicho proyecto presupone unas religiosas a cuyas atenciones se encomiende el cuidado de los ancianos asilados. Dios mismo, por caminos impensados, pone a los miembros de la asociación de Valencia en relación con don Saturnino.

Valencia: junto a la Virgen de los Desamparados

Se unifican los proyectos y se llega a un acuerdo mutuo. Las hermanitas se trasladarán a Valencia. Será el punto de partida para legiones de hermanitas, cuyo destino será poner una sonrisa en medio del dolor de los abandonados, un rayo de esperanza en la soledad de los pobres, un mucho de amor en la tristeza de los ancianos.

Nadie duda —y mucho menos que nadie la madre Teresa que la misma Santísima Virgen es la que les ha llamado a Valencia. Por esto, de ahora en adelante, la Virgen de los Desamparados será la celestial patrona del instituto. La casa está cerca, en la plaza de la Almoyna.

Han llegado a la ciudad el 8 de mayo de 1873. Es la víspera de la fiesta de la Virgen y toda la ciudad se ha puesto en conmoción con la llegada de las hermanitas. Dos días después –fecha que no hay que olvidar–, el instituto acoge a la primera anciana. Una paralítica de 99 años. Se comienza bien...

De nuevo España está en guerra; esta vez se sublevan las regiones en petición de independencia, Valencia se declara en rebeldía contra el Gobierno de Madrid. La ciudad se ve poco después asediada y bombardeada. Las hermanitas deciden refugiarse en Alboraya.

Los Ancianos: «Cuidar los cuerpos para salvar las Almas»

Un año tras otro se multiplican las casas-asilo a una velocidad impresionante. La madre Teresa quería que se llamaran así, casas-asilo no simplemente asilos, porque el término le parecía demasiado frío y humillante. Casas-asilo, donde el anciano encuentre el calor de un hogar y el afecto de una madre y unas hermanitas que se entregan totalmente al servicio afectuoso del pobre que se llega a ellas.

Los ancianos desamparados son los dueños de las casas-asilo. las hermanitas son simplemente las siervas de los ancianos, Ésta era la convicción y la enseñanza de la santa y su vida nos dice que todo su caminar fue orientado por la luz de este pensamiento. Así los ama ella. De día y de noche los ancianos son su preocupación, su dulcísimo tormento, los hijos de sus entrañas, sus «niños grandes» a los que quiere ganar la confianza, para acercarlos más a Dios, y prepararlos a salir serenos al encuentro de la muerte. Es ésta la parte más santa y bella de la misión de la hermanita.
«Cuidar los cuerpos para salvar las almas», era la máxima constante en labios de la santa, y como su gran fe le hacía ver en los ancianos pobres y abandonados, la figura de Cristo, toda su ambición era ayudarles a librarse de las escorias del pecado, a recuperar, si la habían perdido, la gracia y, con la gracia, la dignidad de hijos de Dios.

Intensa vida eucarística, tierna devoción a la Virgen, fidelidad total a la regla, sobrenatural caridad fraterna entre las hermanitas, cuidado asiduo y diligente de los ancianos abandonados. Éstos son los rasgos que diseñan la fisonomía espiritual de las hermanitas.

Misión: por España y por América

Al cumplirse el primer decenio de la fundación del instituto, las casas-asilo son ya 33. Diez años más tarde, han subido a 81, pasan cinco años más y cuando a la santa le toca la hora de dar por cumplida su tarea en este mundo, las casas-asilo de las hermanitas suman ya la cifra maravillosa de 103. En 1885, el instituto cruza el océano. Las hermanitas han sido llamadas a Santiago de Cuba y a La Habana. Parten alegres y su gozo se multiplica con el rápido crecer del número de las casas-asilo. Por primera vez, las hermanitas van a fundar sin la madre, Gustosa les acompañaría, pero ya en este momento, no es sino una inválida.

Tiene apenas 42 años, pero su salud se resiente profundamente. Hace ya años que habría tenido que retirarse a una vida reposada, sin fatigas, sin malos tratos. Y la madre Teresa ha hecho precisamente todo lo contrario.

Sin embargo, no ha sonado todavía la hora de la partida. Es necesario que el insitituto, su obra, se consolide firmemente. Ha recibido ya en 1876 el «Decretum laudis» de Roma. Es el primer paso hacia la aprobación definitiva. Y ésta llega en 1887.

Por abril de 1896. se celebra el capítulo general. La santa suplica a las hermanitas que se dignen librarla del peso de su periora general. Pero no hay quien haga caso de la voz de la madre. Sus hijas se niegan a plegarse a sus requerimientos. La madre es ella y no otra. Y volvió a cargar con la cruz.

Hacia la Casa del Padre

La madre prevé que la meta está ya cercana. Los médicos quieren hacer todavía una nueva tentativa y piden que se traslade la madre a la población de Liria. Creen que el clima le irá mejor. Ella deja hacer. Más de 70 superioras e infinidad de hermanitas desfilan por Liria para recibir la última bendición y los postreros consejos de la madre. Ella continúa dándose y consolando el door de sus hijas, Olvidada de sí, quemada por el fuego, por un ardor que nada puede aplacar. El 12 de julio, el padre Francisco le lleva el Viático y dos semanas después, asistido por don Saturnino, le administra el sacramento de la Extremaunción.

Con el pensamiento en las hijas lejanas, y más aún, con la mente fija en todas las que en un futuro habían de engrosar las filas del Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, la santa dicta una última recomendación, resumen de su vida y de su enseñanza. «Cuiden con interés y esmero a los ancianos, ténganse mucha caridad y observen fielmente las Constituciones. En esto está nuestra santificación«.

En el mes de agosto le llega de Roma la noticia de que las Constituciones del instituto han sido aprobadas definitivamente: era el último sello a la obra de su vida. Llora de alegría y de reconocimiento y sus labios acompañan el canto del Tedeum. Había llegado el momento de pronunciar también ella el «Nunc dímittis...

El 26 de agosto de 1897, noche de insomnio, repetidas veces expresa la enferma el deseo de recibir la Sagrada Comunión. La recibe a diario, pero ¿por qué tanta insistencia esta noche, si todavía no son las tres de la madrugada?

A la primera claridad del alba, viene el sacerdote. Oye a la santa en confesión y sale luego en busca del sacramento.
La madre mira a su alrededor, sonríe a las hermanitas presentes e inclina la cabeza... para siempre.

Sor Edesia del Sagrado Corazon de Jesús Rodríguez. Superiora general

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),