Es palabra de Dios
REFLEXION
El texto evangélico nos presenta lo que algunos estudiosos llaman “la primavera de Galilea”. Es decir: los momentos en que Jesús se siente acogido por los galileos. Le consideraban uno de los suyos, galileo, de Nazaret. “La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios”. Según el texto los oyentes entendían que lo que Jesús proclamaba venía de Dios. Nada más elevado se podía decir de él. Jesús, como solía hacer, buscaba después de su contacto con la multitud, momentos de distancia de ella, por eso pide “remar más adentro”. Como si quisiera estar cerca de Pedro, Santiago y Juan, para confiarles algo a ellos solo. Y lo que confía a Pedro es que se incorpore a su proyecto, ser “pescador de hombres”. La respuesta de Pedro, no solo de él, sino también lo de los otros dos, fue “dejarlo todo y seguirle.
No podemos pasar por alto que previo a que Jesús le confiara la misión de ser pescador de hombres, Pedro ha reconocido su condición de pecador, que no resiste la presencia de Jesús. Jesús cuenta con pecadores que lo reconocen, con personas -hombres y mujeres- vulnerables y débiles, también moralmente. Eso sí, siempre que sean conscientes de ello. En la línea de la primera lectura no pueden verse como “sabios”. Y no lo eran.
Esta lectura nos permite reflexionar sobre cómo nos vemos nosotros ante Jesús. Nos sentiremos “pecadores” como Pedro; pero a pesar de nuestras limitaciones dispuestos a asumir lo que Jesús quiere de nosotros. Decía Peguy: “nadie es digno de educar”. Hemos de decir nadie es digno de ser “pescador de hombres”. Pero desde la indignidad, como Pedro, hemos de seguir al Maestro, seguir a Jesús.