Es palabra de Dios
REFLEXION
El evangelio nos habla del primer encuentro de Natanael o Bartolomé con Jesús. Tiene sus notas personales. Es Felipe quien le habla y le lleva hasta Jesús. Jesús sorprende a Natanael reconociéndole como “un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Sigue el pequeño diálogo, y al final Natanael reconoce a Jesús como alguien distinto y por encima de los demás hombres: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Y quedó unido a Jesús para el resto de sus días como uno de sus apóstoles.
Yendo más allá de las circunstancias personales, que cada uno sabrá, todos los cristianos, de cualquier época, tenemos unas notas comunes en nuestro encuentro con Jesús. Con su ayuda, le descubrimos que además de ser hombre es Dios, y le confesamos como el Hijo de Dios, descubrimos que sus palabras son especiales, que llevan a la vida y a la vida eterna, que nos indican el verdadero camino para que nuestro corazón rebose de luz, de esperanza, de ilusión. Le reconocemos como el que nos ha amado hasta el extremo, el que vivió su vida terrena en función de nosotros y fue capaz de morir por nosotros para regalarnos su evangelio. Le reconocemos como el que nos ha ofrecido su amistad y, a partir de ahí, le vivimos como el mejor amigo que tenemos. Le reconocemos como la verdad, como el que nos ha regalado su potente luz poniéndonos en bandeja todas las verdades, todas las indicaciones que necesitamos para vivir con sentido nuestra vida. Le reconocemos como el que nos espera después de nuestra muerte para invitarnos al banque de su amor, al banquete de la felicidad total y para siempre. Ciertamente tenemos a Jesús como nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.