Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Es verdad, Jesús en su estancia terrena fue rechazado por algunos y acogido por otros. Este pasaje evangélico es continuación del milagro de Jesús de la multiplicación de los panes y peces. Jesús abandona ese lugar y pasa a la otra orilla del lago Tiberíades. Los beneficiados del milagro, a darse cuenta de ello, van en busca de Jesús atravesando el lago.
Y Jesús, experto conocedor del corazón humano, en diálogo con ellos se atreve a decirles por qué le buscan de nuevo: “porque comisteis pan hasta saciaros”. Parece que no le buscan por él mismo, para seguirle y amarle. Y Jesús les indica que tiene un pan, un alimento que ofrecerles mucho más sabroso que el pan normal. Les ofrece el pan de su persona, de su amor, de su amistad… para que desde ahí vivan toda su vida. “Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha envidado”. Con Jesús se vive mejor.
Ayudados por este evangelio, también nosotros, purificando nuestras intenciones, nos debemos preguntar qué vamos buscando en Jesús.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)