Es palabra de Dios
REFLEXION
El Evangelio de hoy nos muestra, en la misma línea que la primera lectura, el fracaso de Jesús: en el momento más sublime de su vida, después que ha dejado a sus discípulos un ejemplo a seguir en el lavatorio de los pies, prefiguración de su entrega total en la cruz, en el momento en que por fin ha llegado la hora, Jesús se encuentra de frente con la traición más cruel.
La traición que viene de parte de los suyos, “uno de vosotros me va a entregar”. Y además tiene que reconocer que los otros no están muy lejos de estas mismas actitudes, “no cantará el gallo tres veces y me habrás negado tres”.
Sin embargo, Jesús sabe que éste y no otro es el momento que Dios ha dispuesto para su glorificación. ¿Qué sentido tiene esto? Hace falta avivar la fe para descubrir que en medio de los momentos más dolorosos, de más sufrimientos, de persecución, de sin sentido, Dios sabe sacar cosas buenas para los que le aman, Dios utiliza todos estos acontecimientos para nuestro proceso de santificación, de conversión, de glorificación.
La clave está, a mi parecer, en que si salimos de la presencia de Jesús, “era de noche”, lejos de Él todo son tinieblas y oscuridad. Junto a Él, podemos recabar fuerzas para seguir adelante en medio de las dificultades. Junto a Él podemos reconocer nuestra debilidad tantas veces abocada al fracaso y el pecado, pero junto a Él podemos tener la seguridad de que “le acompañaremos más tarde”, cuando seamos fortificados por los dones del Espíritu Santo y podamos, como Él, dar la vida hasta el final.
¿Veo los fracasos de mi vida como instrumentos de Dios para ayudarme a crecer en la fe?
¿Con qué cosas y acontecimientos de mi vida estoy traicionando al Señor?
¿Soy consciente de la entrega de Jesús por mí y trato de vivirla en mi vida entregándome yo también por los demás?