Este texto expresa un momento feliz de Jesús de Nazaret. Feliz porque ve que las personas sencillas aceptan lo que les comunica. No interponen entre lo que él dice y la seguridad de no necesitar lecciones: considerarse sabios. El sencillo, el pequeño siente el misterio, algo que le desborda, que no llega a penetrar, reconoce sus limitaciones. Solo le queda la confianza en quien sabe más que él, y quiere enseñarle.
Es una gran pobreza intelectual y humana, sentir que no existen misterios que la mente humana no pueda explicar. El sabio auténtico es el humilde que sabe de sus limitaciones. Y está abierto a aceptar lo que le enseñe alguien que sepa más, y le merezca confianza. El sencillo es el sabio de verdad porque tiene fe, tiene confianza, está abierto a la sabiduría, que le viene de afuera.
El misterio, nos supera y nos abruma, puede agobiarnos, necesitamos seguridad cognoscitiva y, afectiva. Solo lo conseguiremos cuando alguien nos ofrece su verdad, y con ella su afecto. Alguien que es superior a nosotros, sabe lo que no sabemos. Y además nos ama. Nos sentiremos aliviados.
El yugo de las limitaciones, de nuestras ignorancias, de no saber cómo no dejarnos aplastar por las circunstancias de la vida, se supera al encontrar en Jesús una persona mansa, acogedora, humilde de corazón, una mano amiga.
Bien estaría que nos preguntáramos sobre el nivel de sencillez, de mansedumbre en nuestro vivir, mirando a Jesús de Nazaret.
Hoy celebramos a Santa Catalina de Siena. Ejemplo de cómo a una mujer, mujer de entonces, analfabeta casi toda su vida, sencilla, pequeña, curtida por una vida dura, pues a su alrededor la peste negra se llevó a muchos de su familia, ha encontrado la acogida del dulce Jesús y por el relato de sus experiencias en “Dialogo” con Él ha sido proclamada doctora de la Iglesia. Desde sus limitaciones ha sentido la fuerza de Dios. Y, como se indicaba en la primera lectura, la ha llevado a sentir al hermano, a entregarse a construir comunión en la sociedad civil, en la Orden de Predicadores a la que pertenecía y en la Iglesia. Por eso es patrona de Europa y de Italia.