En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Es palabra del Señor
REFLEXION
En este camino cuaresmal, a través de una parte del Sermón de la Montaña, Dios nos quiere mostrar el camino de la Vida, de la verdadera felicidad. Sabiendo Jesús que los escribas y fariseos habían multiplicado los preceptos, que Moisés enseñó, convirtiéndolos así en una carga pesada, invita a sus discípulos, y también a nosotros hoy, a profundizar en la Escritura e ir al corazón de estas normas para vivirlas desde dentro, descubriendo en ellas la voluntad de Dios.
No nos dejemos arrastrar por esta sociedad, bastante secularizada, que ve los mandamientos de Dios como una amenaza a su libertad, cuando, en realidad, es todo lo contrario, los mandamientos de Dios son Espíritu y Vida, son la liberación de todas las cosas que nos esclavizan. Dios nos quiere libres para amar y por eso Cristo nos entrega una nueva ley escrita en nuestros corazones. Cristo no viene a abolir la ley, sino a llevarla hasta las últimas consecuencias.
Vemos en este pasaje que lo primero que hace Jesús es instruir a sus discípulos, que son los que le van a ayudar a extender el Reino, anunciando la Buena Nueva. Hoy en día somos nosotros los discípulos y tenemos dos tareas fundamentales, una es cumplir los mandatos del Señor, que se resumen en el amor a Dios y al prójimo, y la otra es transmitirlo, anunciar a todos el Evangelio, como dice Jesús en otro lugar, hasta los confines de la tierra.
Los cristianos no podemos descansar mientras quede una sola persona en el mundo que no haya oído hablar de Jesucristo y del amor de Dios. Pero para ser anunciadores de esta Palabra de Vida, primeramente tenemos que haber experimentado este amor de Dios dentro de nosotros, haber tenido la experiencia de que cumplir la ley que nos trae Cristo es tener primicias de Vida Eterna aquí en la tierra, en definitiva, es haber encontrado la verdadera felicidad que nunca se acaba.
Caminemos hacia la Pascua deseando un corazón nuevo, capaz de amar como lo hizo Jesucristo.