12/3/25

EVANGELIO JUEVES 13-03-2025 SAN MATEO 7, 7-12 I SEMANA DE CUARESMA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!

Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

La cuaresma es un tiempo largo de preparación para el misterio pascual, que es el centro de nuestra fe. No es fácil comprender el misterio de la entrega de Jesús, que muere por nosotros y resucita. Me decía una mujer: “a mí no me da la fe para tanto”.  Porque alejamos la fe de la vida, como si discurrieran por mundos paralelos. El evangelio hoy nos mete a Dios en casa, en el discurrir del día a día, como un padre con sus hijos. Pide, busca, llama, porque tu Padre te escucha y te dará lo mejor que tenga para ti. No es fácil pedir o interceder, porque tenemos mucho miedo a no recibir lo que queremos, o lo que pedimos para otros. Y nuestra fe se tambaleará. Y debe hacerlo para crecer y hacerse más auténtica. Pero nos falta valor y confianza.

Veíamos en la primera lectura a la reina Ester pidiendo a Dios valor para encaminarse al patio interior del palacio, con un miedo mortal, para pedir al rey por su pueblo, condenados a morir. En el texto de Mateo, que está enmarcado en el Sermón del Monte, Jesús invita a pedir, llamar, buscar al Padre. Ester se sentía profundamente sola y Dios la escuchó, porque estaba con ella, era el único con quien podía contar. Jesús nos dice que Dios es nuestro padre y siempre “nos dará cosas buenas”. Confiar en la revolución de la bondad de Dios.

Es cuestión de adentrarse en la experiencia de ser hijo, hija amada de Dios, y vivir esa relación. Desde ahí es posible hacer un camino de oración donde aprendemos que rezar no es pedir lo que quiero que Dios haga como el genio de la lámpara, sino escuchar lo que Dios quiere de mí cada momento. Y llegará el momento en que tenga que gritar mi deseo, mi necesidad o mi miedo en la oración, porque sé que Dios es mi padre y me dará fuerza, energía y valor para hacer lo que me llama a hacer con mi vida, nunca me desamparará, aunque los demás me puedan hacer un daño inmenso. Y si yo hago daño, su bondad irá siempre más allá, hecha misericordia.

La clave está en la última frase “todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos”. La revolución de la bondad es esa, precisamente. Hacer todo el bien que pueda, tanto como aquello que desearía para mí mismo y para los míos. Ahí se nos concederá lo que pedimos, encontraremos lo que buscamos y se nos abrirán las puertas a las que llamamos. Porque, como hizo Ester, no pido, busco ni llamo para mí, egoístamente, sino como hija, como hijo, como hermana, como hermano.

Hna. Águeda Mariño  Rico O.P.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo