Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Los signos ponen al hombre ante la decisión de fe, en la que no se trata de creer o no creer en los milagros, sino de querer creer o no en Jesús. San Juan nos revela las verdades condiciones de la fe: la confianza en la persona de Jesús, suficientemente firme para resistir los reproches y para aceptar volver a casa sin ningún signo visible, únicamente con las incisivas palabras, "anda, tu hijo está curado".
El protagonista es un hombre que ejerce poder movido por la necesidad, no expresa adhesión personal a Jesús, pero necesita ayuda. Pide una intervención directa a favor de su hijo, pero Jesús descubre la mentalidad del funcionario que no cree. Jesús en él se dirige a los poderosos, a los que esperan la salvación en la demostración del poder. Para ellos, la fe sólo puede tener como fundamento el despliegue de fuerza, el espectáculo maravilloso, Sólo entiende el lenguaje del poder. Jesús no accede al deseo del funcionario porque la obra del Mesías no será la de los signos prodigiosos, sino la del amor fiel. El poder de este mundo es impotente para salvar.
Jesús no tiene por qué ir a verlo, Él comunica vida con su palabra, que es palabra creadora y llega a todo lugar. Si acepta la invitación verá que su hijo está sano. El que pedía como poderoso debe de creer como "hombre", antes se definía por su función ahora por su condición humana.
Los hombres están ávidos de lo sensacional. El hombre creyó en la palabra, sin poderla verificar...se fue. No tenía ninguna prueba. tenía solamente la Palabra de Jesús. Creer sin necesidad de signos ni de prodigios. Habrá que aprender a creer.