En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús no se cansa de dirigirnos la palabra para despertar nuestro corazón. Incluso esparce la semilla conociendo el terreno poco propicio en el que cae.
Antes de escribir este comentario, meditaba sobre el Evangelio del día (Mc. 6, 30-34), en el que el Maestro recibía a fatigados discípulos que regresaban de predicar buscando descanso en él. Los apóstoles son acogidos y conducidos a un lugar apartado en el que vuelven a encontrarse con personas necesitadas de recibir una palabra de luz y de aliento. Tal vez se tratara de ellos mismos, tal vez se unieron algunos. Jesús, conociendo su necesidad, les atendía pacientemente, como lo sigue haciendo con nosotros.
Las lecturas de hoy nos hablan de aquellos que reconocen la sabiduría y la verdad en las palabras proféticas, sin necesitar más pruebas ni más garantías que las del propio corazón. Si hoy no vemos los milagros, los signos que pedían los fariseos a Jesús, es porque, como ellos, tenemos un trabajo de limpieza pendiente. Hay un fariseo escondido en cada uno de nosotros que tenemos que desenmascarar.
Jonás descansó a la sombra del ricino. La predicación de Jonás es una invitación a experimentar, como él, una transformación profunda operada a partir de pequeñas señales de bondad, de paciencia y de amor que nosotros hemos conocido en Jesús. Lo mismo que experimentó el profeta al ver crecer y morir al arbusto que le dio cobijo.
La Cuaresma es un tiempo de conversión en el que todos estamos invitados a limpiar nuestro corazón. ¿Qué señal estamos buscando? ¿Qué signo pedimos a Jesús?