4/3/25

EVANGELIO MIERCOLES 05-03-2025 SAN MARCOS 6, 1-6, 16-18 VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.

Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

                      Es palabra del Señor

REFLEXION

En el sermón de la montaña, Jesús enseña multitud de cosas a los que le escuchan, y entre ellas, según nos refiere Mateo en su evangelio, nos incita a practicar buenas obras de forma discreta, con un corazón limpio, huyendo de aparentar públicamente nuestras intenciones, como hacen los hipócritas, y para eso los ejemplos que nos pone son concluyentes.

  1. Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha.
  2. No hacer oración de forma ostensible, como queriendo dar a entender lo devotos que somos.
  3. Que cuando ayunes nadie pueda ver en nuestro semblante lo que hacemos.

Todo ello para que nuestros sacrificios u obras de caridad, se queden entre el Padre y nosotros. No debemos pensar que a Dios le encanta que nos sacrifiquemos, lo que debemos asumir es que estas acciones nos preparan para una adecuada relación con nosotros mismos, superando los egoísmos y abriéndonos más a los otros, a los que más lo necesitan, apoyándonos en la oración íntima con Dios, que al mismo tiempo nos va a mostrar el camino hacia la auténtica relación personal con el Creador, y que nos facilitará la dicha plena.

El verdadero sacrificio se fragua en el corazón por medio de la fe y la conversión. Unidos a Cristo, acompañándole por el camino de la Cruz para alcanzar la plenitud verdadera.

¿Estamos dispuestos a una verdadera y auténtica conversión?

D. José Vicente Vila  Castellar, OP

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)