6/2/24

MIERCOLES 07 DE FEBRERO : ANIVERSARIO DE LOS PADRES DIFUNTOS

 





En este día, todos los conventos de la Orden celebran la misa conventual por los padres de los frailes, una manera de corresponder a quienes dieron la vida y la primera educación a quienes siguieron la vocación dominicana

 Los dominicos conjugan perfectamente la alegría, como rasgo de vida, con la vivencia de la muerte y su alcance trascendente. Baste abrir el libro de las Constituciones para admirarse ante la preocupación por los difuntos de la Familia Dominicana. Diez números de este libro precisan los modos y maneras de recordar las obligaciones que con los difuntos de la Orden se establecen. Por ejemplo: “En cada convento se celebrará misa de difuntos: el día 7 de febrero por el aniversario de los padres; el día 5 de septiembre por el aniversario de los bienhechores y familiares de la Orden; el día 8 de noviembre por el aniversario de los hermanos y hermanas.” (Constituciones O. P. 70, II).

Según esta disposición, el día 7 de febrero todos los conventos de la Orden celebran la misa conventual por los padres de los frailes, una manera de corresponder a quienes dieron la vida y la primera educación a quienes siguieron la vocación dominicana. Resulta llamativa la carga espiritual que la Orden señala a favor de los difuntos de la Orden: una misa conventual semanal, el rezo del rosario, una vez a la semana, una vez al día el salmo “De profundis”, etc, etc. Cabría pensar que esta intensa oración por los difuntos marcaría, en los miembros de la Familia Dominicana, alguna señal fúnebre, algún sarpullido de fácil tristeza; nada más lejano a la realidad del talante dominicano. El intenso recuerdo de nuestros difuntos, nos aviva la alegría de la esperanza cristiana que se traduce en la risa y en el optimismo bienhumorado.

Fray José Luis Gago de Val, O. P.

EVANGELIO MIERCOLES 07-02-2024 SAN MARCOS 7, 14-23 V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».

Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola.

Él les dijo:
«¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre y se echa en la letrina» (Con esto declaraba puros todos los alimentos).

Y siguió:
«Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

                                  Es palabra del Señor

REFLEXION

El Evangelio de Marcos es el más breve y se caracteriza por decir las cosas en pocas palabras, pero dejando todo bien claro.

El tema de la impureza es algo que preocupa mucho a los fariseos. Ellos son muy meticulosos en mantener la pureza en lo exterior, pero sus corazones no los cuidan tanto.

Jesús nos advierte de este peligro de llevar una doble vida, en otro pasaje dirá: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Sólo los de corazón limpio, los que no dan cabida a “los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad”, esos serán dichosos porque verán a Dios.

Jesús nos invita a ir más allá de la pureza legal, de la que reside en las cosas externas.  Él que “no ha venido a abolir la ley sino a darle plenitud”, nos propone un modo nuevo de vivir, cuidando y cultivando la pureza de nuestro corazón.

El corazón, como nos enseña el catecismo de la Iglesia Católica, “es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica: donde yo “me adentro”). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo”.

En nuestro corazón reside todo lo que somos, si lo mantenemos limpio veremos a Dios en todo lo que nos rodea, seremos felices y nuestras obras le agradarán. Si por el contrario, nos dejamos llevar de las bajas pasiones que nos dejan como anestesiados, nuestra vida será ramplona, siempre estaremos insatisfechos y nuestra obras no serán del agrado de Dios.

MM. Dominicas
Monasterio de Santa Ana (Murcia)

5/2/24

EVANGELIO MARTES 06-02-2024 SAN MARCOS 7 1-13 V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO





 En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).

Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».

Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos". Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».

Y añadió:
«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice al padre o a la madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».

                               Es palabra del Señor

REFLEXION

El pasaje del Evangelio que nos presenta la liturgia en el día de hoy es actual. Nos lleva a reflexionar sobre nuestra identidad como cristianos y a revisar honestamente nuestra vida ante un precepto fundamental: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Por tanto, la escena nos introduce de lleno en la profundidad de lo que significa el ser discípulos del Nazareno, guardando los mandatos que vienen de parte de Dios.

Con la figura de los fariseos y con esa controversia con Jesús, se pone de relieve el planteamiento erróneo al que pueden llegar las actitudes y criterios humanos: Un «culto vacío», dicho de otro modo: La «religión a la carta» que nos lleva a calmar la conciencia pero que no nos compromete en una vida de coherencia, fidelidad y entrega con el proyecto del Reino de Dios.

Los fariseos, «profesionales de la religión judía», en lo referente a la Tradición y a la Ley, no siguen al Mesías de Dios y los mandatos que éste viene a dar al pueblo. Los enfrentamientos que aparecen en los evangelios, nos relatan temas como el descanso sabático, no reconocer a Jesús como el Mesías… Y el que aparece hoy la purificación de los utensilios según la ley. Pone de manifiesto que la vivencia de la religión se puede quedar en una serie de rituales, preceptos humanos, que no van de la mano con el plan de Dios.

De este modo, Jesús, utiliza su pedagogía, para despertar los corazones de aquellos que no entienden de lo que van los mandamientos de Dios. Así, aparece el ejemplo, del cuarto mandamiento de la ley de Dios, que aparece en el decálogo.

La alianza que Dios hace con el pueblo de Israel, en la representación de las tablas de la ley dadas a Moisés: «Honrarás a tu padre y a tu madre». De este modo, se marca el camino de santidad, con el que se encierran el conjunto de los mandamientos, el amor a Dios y el amor al prójimo, que hace posible que la vida se impregne de un amor que deja huella y no está hueco.

Por ello, no se antepone nada a una vida que tiene como fundamento el mandato en el amor a Dios o a tu prójimo. Así lo expresa Jesús. No es solo a tus padres. Es no cometer ninguna acción en contra de tus hermanos con los que compartes la vida. Es decir, que si ha anidado el mandato de ese amor de Dios en tu corazón, no tienes necesidad de hacer acciones deshonestas en el día a día. Vivirás en la coherencia de vida, en la fidelidad, en la fraternidad, en la paz que conlleva el sentirse hermano el uno del otro.

Esos son los criterios y principios evangélicos que nos hablan del Reino. Por ello, no quiero robar, no quiero blasfemar, no quiero difamar, ni mentir, ni codiciar, ni tener pensamientos o deseos impuros. Porque eso sí ensucia la «taza de plata» que es mi corazón. Y eso es lo que debo de limpiar, el interior de mi ser para que no habite en él el veneno que deshumaniza.

El mandato de Dios es realmente exigente. Es la asignatura que tenemos pendiente todos los cristianos: ¿Cómo hacer vida el amor en nuestra propia historia personal? Esto se une de una forma estrecha a la pregunta que se hace el rey Salomón: ¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Habita cuando se hace palpable la alianza que Dios marca con su pueblo de vivir en el amor, se hace visible, evidente, clara, cuando los cristianos nos entregamos a sembrar el Reino de Dios.

De lo contrario, nos quedamos en las apariencias, en los sepulcros blanqueados realmente hermosos, sin embargo, dentro de ellos habita la podredumbre, el culto es vacío, seco, yerto. El amor por el contrario es siempre germen de vida, luz, belleza, bien. ¿Qué mandato estás viviendo tú?

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)

4/2/24

EVANGELIO LUNES 05-02-2024 SAN MARCOS 6, 53-56 V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.

Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

                                 Es palabra del Señor

REFLEXION

Esta segunda indicación nos remite de forma directa al pasaje de Marcos: la presencia de Dios en medio del pueblo sigue manifestándose en sus potencias, en su obra de salvación; pero ya no se oculta ni en densa nube ni tras muros de piedra, vetado a la vista del pueblo, sino que su lugar de presencia y acción es la plaza pública, su lugar es allí donde se reúne el pueblo.

De hecho, ya no cabe afirmar que Dios mora en lugar concreto alguno, sino que su presencia es una itinerancia en el espacio y en el tiempo: su lugar, su ser, es el itinerar con la humanidad; allí donde marche el rebaño, allí acude el pastor en su busca.

Por lo que se refiere a la primera indicación - el que Dios no puede ser contenido en ningún lugar -redunda en la convicción de que Dios, ciertamente, no está en ningún lugar, no habita lugar alguno, pues está allí donde el hombre existe.

San Agustín, en sus Confesiones, legó a la tradición cristiana esta conclusión como meta de su búsqueda, pero en una nueva comprensión que supone una deriva respecto de la tradición bíblica: en primer lugar, una primacía del individuo con respecto al colectivo, en tanto que Dios ya no cabría encontrarle en medio del pueblo, sino en lo más íntimo de la persona, volviendo, así, a ocultar a Dios; en segundo lugar, una espiritualización de la presencia activa de Dios, relegando a segundo plano su dinámica en la construcción de la historia de la humanidad.

Fr. Ángel Romo Fraile
La Virgen del Camino (León)

3/2/24

DOMINGO 04-02-2024 : QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En la vida de cada día tenemos más o menos organizada nuestras jornadas y nuestra relación con el Padre Dios. Hoy en la Palabra de Dios se nos presenta como era la jornada de Jesús… Comenzaba de madrugada con la oración, en comunión con el Padre y Jesús sacaba en ese encuentro la fuerza anunciar la Buena Noticia, para sanar a los enfermos después de acogerles con afecto dialogando con ellos. Y sobre todo para mantenerse firme ante la tentación del mal y no sucumbir a un falso mesianismo.

Anunciar de balde el Evangelio es ser consciente de la inmensa tragedia humana y llegar a ella vestidos de la palabra de Dios que nos toma como somos, incluso llenos de debilidad como Job, porque “ay de mí, si no anuncio el evangelio”.

Fray Carmelo Preciado Medrano O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

LECTURAS DOMINGO 04-02-2024 : QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primera Lectura

Lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7

Job habló diciendo:
«¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra,
y sus días como los de un jornalero?;
como el esclavo, suspira por la sombra;
como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos,
me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: "¿Cuándo me levantaré?"
Se me hace eterna la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera,
se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán más la dicha».

                                             Es palabra del Señor

Salmo

Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6 R. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/



Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.

No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.

Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.

Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

                                          Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Iª Lectura: Job (7,1-4.6-7): Esperar contra toda esperanza

 La primera lectura, del libro de Job, es lo que se ha llamado, con acierto, el lamento del “taedium vitae", el canto de la miseria que nos rodea en las situaciones más pesimistas de nuestra existencia. Para expresarlo, el autor, un sabio que se asoma al mundo que nos rodea para observarlo en profundidad, recurre a tres oficios duros y difíciles: la vida como un servicio militar y una disciplina inhumana, como esclavo que trabaja de sol a sol y como jornalero que aspira al final de la jornada para recibir salario y descansar como en un oasis. Es verdad que muchos viven así, quizás con el sentido escéptico de que no queda más remedio; sin valorar el mismo misterio de la vida, de lo que significa abrir los ojos y vivir esta vida… que a veces es hermosa y otras, desde luego, no lo es.

 Job, quien vive el drama de una vida sin esperanza, como una lanzadera que va hacia la muerte, expresa los sentimientos de muchos hermanos nuestros que viven situaciones semejantes. Al final del libro tendrá que enfrentarse con Dios, y éste le hará ver que la vida, así tal como la hemos hecho y tal como queremos vivirla, no ha salido de sus manos. Él no has creado para la felicidad. Pero para ello, alguien (Jesús en el evangelio) y nosotros, ahora, tenemos que romper la espiral de la fuerza negativa y caótica que ello supone. Hay que esperar contra toda esperanza. Job no entiende, porque la vida eterna estaba lejos de haberse hecho un sitio en la teología de Israel, de que al final sus ojos sí podrán ver la dicha deseada.

  • IIª Lectura: Iª Corintios (9,16-19.22-23): La pasión por el evangelio

 La lectura de la carta a los Corintios no solamente es la contrarréplica al anti-evangelio de Job, sino a todo lo que sea una llamada a lo más negativo de nosotros mismos. Pablo ha recibido la misión de anunciar el evangelio, buenas noticias, y ello, no es un oficio que requiera salario, sino que lo entiende como un don para ganar a todos los hombres. El sabe que eso no se paga, que no vale dinero, sino que es una gracia del que lo llamó a ser apóstol de los paganos y de todos los hombres. En otro momento el apunta la necesidad que tienen los evangelizadores de ser acogidos en sus necesidades por la comunidad, pero aquí Pablo está defendiendo su libertad más personal, la misma que nace del evangelio para no callar y para llevar a los hombres el mensaje de la salvación.

 ¿Se puede dejar de anunciar el evangelio porque esta vida es como es? ¡De ninguna manera! Esta confesión personal de Pablo, escrita, desde luego, con retórica, viene a hablar de la “paga” de predicar el evangelio. ¿Cuál es? Ninguna objetivamente hablando. Porque incluso Pablo no ha elegido este camino, esta misión o este “oficio”. Lo ha elegido Dios mismo, en Cristo, que se lo ha impuesto. Ha perdido incluso su libertad, aunque podría decir que no. Esta es una forma de hablar y por eso decimos que está construido el texto con retórica. Pero esa es la pura verdad. Predicar el evangelio se ha convertido para él en una tarea cuya “paga” es el mismo evangelio, es decir, la buena noticia que hay en sus entrañas. ¿Quién da más? ¡Nadie! Esto se ha convertido en una pasión por nada; una pasión que le lleva incluso a cambiar su psicología personal para que el evangelio le llegue a todos. Al final, lo sabemos, la paga es la pasión por el evangelio.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 04-02-2024 SAN MARCOS 1, 29-39 V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».

Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

                                     Es palabra del Señor

REFLEXION

El evangelio de hoy es la continuación de lo que se había iniciado el domingo pasado con la actuación de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. Y lo que quiere ponerse de manifiesto es que aquella enseñanza liberadora que se hizo en el ámbito del lugar sagrado y en el día del sábado, no puede quedar petrificado allí. En la vida de cada día, enfermedad, muerte, opresión -como ha entonado desesperadamente Job-, nos acechan continuamente, pero Jesús ha venido para traer el evangelio liberador. Con su actitud desafiante, que se relata aquí como un ciclo de actuaciones de su vida, está poniendo en su sitio lo que debe ser el mensaje liberador de las buenas noticias. La enfermedad no es consecuencia del pecado; lo más santo y sagrado no esta cegado para nadie; Dios mismo busca a todas estas personas para llevarles esperanza. Eso es lo que significa esta jornada, jornada teológica, por otra parte, de Jesús en Cafarnaún.

 La enseñanza con autoridad (exousía) de la que se hablaba en la escena de la sinagoga ha salido, pues, de lo sagrado y llega a la vida de cada día. Lo sagrado, lo religioso, lo espiritual tiene que ser humano. A Jesús, con fama de taumaturgo, le llevan todos los enfermos. Ya se sabe lo que es la gente para estas cosas y más en aquella sociedad y con aquella mentalidad. Pero no se trata solamente de la pura milagrería, sino de la pasión por ser feliz que todos llevamos en nuestro corazón. Jesús rompe todas las normas, entra en las casas, toca a los enfermos, aunque sean mujeres, sale a las puertas de la ciudad. La fuerza irresistible, así lo ve Marcos, de evangelio ya no la pueden manejar las autoridades a su antojo. Las sanaciones de Jesús se explican en las coordenadas de aquella mentalidad popular. Jesús “enseña” que hay que sanar a los enfermos (hoy lo hace la medicina) y una sanación “milagrosa” no tiene por qué ser más importante que lo que Dios quiere que se haga por el conocimiento de la naturaleza. Pero Dios pide, para todos los curados y liberados de sus males una fe y una esperanza que es la fuerza del evangelio.

 El evangelista Marcos sabe que Jesús tenía que buscar una fuerza poderosa en la oración y en la intimidad con Dios, para decir y hacer lo que hizo en aquella “jornada”: ir a las casas, a los lugares públicos como la puerta de la ciudad, para liberar a los hombres de sus males. Ese y no otro, es el proyecto de Dios. Y aunque Jesús aparezca aquí como un taumaturgo, o algunos lo confundan con un milagrero que busca su fama (sus mismos discípulos así lo entendieron al principio), Jesús sabe retirarse para buscar en Dios la fuerza que le impulse a llevar el evangelio por todos los pueblos y aldeas de Galilea. En definitiva, el evangelio está frente a las miserias de la vida. Se ha hecho notar, con razón, que Jesús viene de parte de Dios como solidario con nuestras miserias. Pero además, en una lectura más en profundidad se nos muestra a Jesús luchando contra un sistema de vida y de ideas: los enfermos, los pobres, los marginados nos evangelizan; a ellos se acerca Jesús y con ellos nos llega a nosotros el evangelio.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

2/2/24

EVANGELIO SABADO 03-02-2024 SAN MARCOS 6, 30-34 IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».

Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.

Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.

Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús había enviado a sus doce apóstoles a diversas aldeas a predicar su buena noticia. A su regreso, le cuentan “cuanto habían hecho y enseñado”. Y Jesús busca un sitio apartado: “Venid vosotros solos a un sitio a descansar un poco”.

Pero no lo lograron porque muchos de sus oyentes adivinaron el lugar a donde se dirigían a descansar y allí que se fueron. ¿Qué hizo Jesús? Como no podía ser de otro modo, se olvidó del descanso y les atendió. Y sin prisas, y sin “despacharles” en cinco minutos, “se puso a enseñarles con calma”, porque veía que estaban desorientados, “como ovejas sin pastor”. Les ofreció su palabra, sus enseñanzas, el camino para que encontrasen vida y vida en abundancia y luz suficiente para caminar con sentido y sin tinieblas.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

1/2/24

02 DE FEBRERO : FIESTA DE LA PRESENTACION DEL SEÑOR

 





Entre las iglesias orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo.

A esta fiesta la solíamos llamar antiguamente -quiero decir, antes del Concilio- la Candelaria o Fiesta de la Purificación de la Virgen. Venía considerada como una de las fiestas importantes de Nuestra Señora. Lo más llamativo era la procesión de las candelas. De ahí el nombre de «Candelaria». Era una procesión clásica, tradicional, atestiguada ya en antiguos documentos romanos. En concreto, el Liber Pontificalis nos asegura que fue el papa Sergio I, a finales del siglo VII, quien dispuso que se solemnizaran con una procesión las cuatro fiestas marianas más significativas por su antigüedad: la Asunción, la Anunciación, la Natividad y, por supuesto, la Purificación. Éste sería seguramente el origen de la procesión de las candelas.

Esta fiesta había sido importada de Oriente. Su nombre original -hypapante-, de origen griego, así lo indica. Esa palabra, que significa «encuentro», nos desvela el sentido original de esa fiesta: es la celebración del encuentro con el Señor, de su presentación en el templo y de la manifestación del día cuarenta. Los más antiguos libros litúrgicos romanos aún siguieron conservando durante algún tiempo el nombre original griego para denominar esta fiesta.

Todo esto ya quedó aclarado en el volumen anterior en el que se intentó, con toda lógica, vincular esta fiesta al ciclo navideño de la manifestación del Señor. Allí quedó señalado que esta fiesta, tal como ha quedado diseñada en el actual calendario de la Iglesia a raíz del Concilio Vaticano II, recuperando de este modo su sentido original, no es precisamente una fiesta de la Virgen, sino del Señor.

Sin embargo, hay que reconocer el carácter tradicional de la Candelaria, cercana además a la fiesta de San Blas, de indudable raigambre popular y rodeada de importantes elementos tradicionales de carácter cultural y folklórico, como la bendición de los roscos de San Blas, y en algunas regiones la ofrenda de un par de tórtolas o dos pichones. Este hecho nos invita a diseñar, aunque sea de forma esquemática, la evolución histórica de la fiesta que, ya a partir de la Edad Media, se reviste de un carácter marcadamente mariano. Eso lo demuestra el contenido de las viejas oraciones y antífonas, recogidas en el viejo Misal Romano, para ser utilizadas en la bendición y procesión de las candelas y que aparecen por vez primera en libros litúrgicos de los siglos XIII y XIV. El protagonismo de la Virgen en casi todos esos textos es altamente significativo y responde, sin duda, al carácter mariano que la fiesta adquiere en esa época.

El nuevo calendario litúrgico, establecido a raíz de la reforma del Vaticano II, considera de nuevo esta solemnidad como fiesta del Señor. Sin embargo, sin renunciar a este carácter fundamental de la fiesta, la piedad popular bien puede alimentar su devoción mariana y seguir celebrando a María, íntimamente vinculada al protagonismo de Jesús, en este acontecimiento emblemático de la presentación en el Templo, por el que Jesús es reconocido como Salvador y Mesías por los dos ancianos Simeón y Ana, representantes singulares del pueblo elegido.

Nuestra Sra. de Candelaria. Patrona del Archipiélago Canario

Los Canarios celebran hoy a su patrona la virgen de candelaria custodiada por los dominicos en su Santuario de Tenerife desde 1530.

Jornada de la vida consagrada

Cada año, coincidiendo con la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor en el templo, se celebra también la Jornada de la Vida Consagrada. En palabras de Juan Pablo II, la vida consagrada «está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión ya que indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana y la aspiración de toda la Iglesia esposa hacia la unión con el único Esposo, Cristo Jesús'. Por ser la vocación a una vida consagrada algo vital, y en este sentido imprescindible, para la Iglesia, la jornada se creó para que fuera celebrada por toda la comunidad eclesial, no sólo por el sector de las personas consagradas. Tiene, por tanto, carácter universal para todas las iglesias particulares y locales. Efectivamente, en el texto de institución de la jornada se lee: «la misión de la vida consagrada no se refiere sólo a quienes han recibido este especial carisma, sino a toda la comunidad cristiana.

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO VIERNES 02-02-2024 SAN LUCAS 2, 7-13 IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 






Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

El pasaje evangélico, es muy rico en enseñanzas teológicas. Está escrito sesenta o setenta años después de morir Jesús. Lucas, quiere dejar claro, desde el principio de su evangelio, que la vida de Jesús estuvo insertada plenamente en las tradiciones judías. Su persona y su mensaje no son realidades caídas del cielo, sino surgidas desde el fondo más genuino del judaísmo tradicional.

Tanto la purificación de la madre y la presentación del niño constituían los dos momentos del rito que estipulaba la ley mosaica, justo cuarenta días después del parto. En la narración, Lucas da voz a dos ancianos- varón y mujer- que representan la tradición sapiencial del Israel fiel, y son ellos quienes manifiestan que en Jesús se cumplen las promesas: “ahora Señor puedes dejar a tu siervo irse en paz”. Ya ha visto al Mesías, al Salvador.

Ana retoma el camino de la profecía que se había olvidado y se dirige a su pueblo abriendo la puerta de la esperanza, alabando a Dios y proclamando a todos los que esperaban la liberación de Israel, que en aquel niño se cumple la promesa de Yavé a su pueblo: “la llegada del Mesías”.

Simeón y Ana, dos personas de avanzada edad, nos comunican que para Dios no existe el tiempo, El va realizando sus promesas a lo largo de la historia. Somos nosotros que a través de la confianza se nos va abriendo los ojos para ver los acontecimientos, “la salvación que has preparado a la vista de todas las gentes, luz para iluminar”.

En Jesús de Nazaret, Dios sale del templo para ser luz en medio del pueblo. En Él está la plenitud del Reino.

Hna. María del Mar Revuelta Álvarez
Dominica de la Anunciata