Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
Es palabra del Señor
REFLEXION
En Cafarnaún, ciudad a la que Jesús ha preguntado hasta dónde piensa llegar en su actitud vital, prodiga su enseñanza y realiza sus signos. Los que le oyen quedan asombrados, no sólo por lo que enseña, sino por la fuerza que revela su palabra. Estaba llena de autoridad.
San Lucas, en su relato, sitúa también en la sinagoga a un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo. El asombro y el rechazo están presentes. Mientras unos quedan sorprendidos, este hombre dice ¡Basta!, ya está bien y lanza una primera pregunta ¿qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? Este “nosotros” ¿con quién se identifica? La segunda pregunta ¿Has venido a acabar con nosotros? ¿a quién incluye? Porque en ese espacio están unos y otros y Jesús ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido. Ha venido a sanar a los enfermos. En una y otra situación hay que reconocerse y acudir al que puede remediar definitivamente ambas situaciones.
El endemoniado manifiesta su conocimiento: “Sé quién eres: el Santo de Dios”. Ese conocimiento por sí solo no salva. Jesús hace callar al demonio y le manda salir. Su lugar no es el hombre; tampoco es su propiedad para dominarlo. La palabra llena de luz, de vida, hace vivir al ser humano. La vida que alumbra y destruye las tinieblas, es la que transforma al ser humano liberándole de las tinieblas. Jesús levanta al ser humano en su acción salvadora. El demonio lo arroja por tierra sin hacerle daño. Ahí está el signo liberador de Jesús: ¡Cállate y sal de él!
San Lucas vuelve a destacar el asombro de la gente. Pero ahora la gente no queda en silencio, sino que se pregunta ¿Qué clase de palabra es esta? Ahora tienen el contenido de su enseñanza y además la fuerza sanadora de la misma. La autoridad y el poder que hace que el hombre quede libre y sano.
Esto es lo que toca a cada bautizado asumir, pues iluminado por Cristo y regenerado por él, está colocado en medio de la sociedad, en todas sus circunstancias, como luz que alumbra y enfoca todos los intereses realmente humanos en Cristo. Concluye el pasaje señalando cómo se extiende por toda la comarca su fama. Ello revela que la gente ha salido de su asombro para compartir lo que ellos han visto y oído. La experiencia de la sanación pone en camino hacia Dios y hacia los otros, para llevar así a los otros a Dios.
¿Cómo resuena su palabra en mi y cómo debe llegar a los demás?