17/9/25

EVANGELIO JUEVES 18-09-2025 SAN LUCAS 7, 36-50 XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que que lo está tocando, pues es una pecadora».

Jesús respondió y le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte».

El contestó:
«Dímelo, maestro».

Jesús le dijo:
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?»

Respondió Simón y dijo:
«Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Le dijo Jesús:
«Has juzgado rectamente».

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no mediste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».

Y a ella le dijo:
«Han quedado perdonados tus pecados».

Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:
«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».

Pero él dijo a la mujer:
«Tu fe te ha salvado, vete en paz».

                    Es palabra del Señor

REFLEXION

El evangelio de hoy nos narra el desarrollo de un banquete, al que Jesús ha sido invitado. Dentro de este banquete Lucas introduce varios episodios. Jesús va a utilizar alguno de estos para seguir mostrando, enseñando, qué actitudes son imprescindibles en el Reino de Dios que Él predica.

El primer episodio, es la acogida que Simón el fariseo, brinda a Jesús; faltan muchos códigos sociales en la acogida, Jesús se los señalará más tarde.

En  el segundo episodio descubriremos la audacia y la humildad de una mujer. En una  comida de hombres se atreve a entrar, y se coloca detrás y a los pies de Jesús, no dice nada, solo sus gestos hablan por ella: llora, enjuaga con sus lágrimas los pies, los seca con sus cabellos y los unge con un caro perfume. Poco o nada la importa los códigos sociales, ni lo qué puedan pensar o decir de ella, solo tiene en mente que está a los pies del Maestro.

Los gestos honoríficos que la mujer tiene con Jesús lo presentan como profeta, pero al fariseo y demás comensales, les sorprende el comportamiento de los dos. Critican a Jesús porque no actúa como varón de su época, y condenan a la mujer, a la que consideran una pecadora.

Los aspectos novedosos de la Buena Nueva de Dios, malamente encajan en esa sociedad donde hay tantos códigos normativos y desigualdades.

Jesús acoge a esta mujer y valora todo lo que está realizando. Aquí como en otros pasajes en Mt y Mc se realiza una unción, pero cambia totalmente el sentido, en aquellos ungen a Jesús dice Él, preparándole para la sepultura. La unción aquí tiene una escena de conversión y de perdón. Lc subraya un aspecto que le parece central en su evangelio: la misericordia de Jesús con las mujeres y con los pecadores. 

En el tercer episodio, Jesús se sirve de una pequeña parábola, para analizar y presentar a Simón su comportamiento, frente al de la mujer. Al ver Jesús que Simón ha entendido por la respuesta que dio, (V 44-47) se vuelve hacia la mujer y aplica la parábola diciéndola: “Tus pecados quedan perdonados”. Jesús declara la mujer perdonada y añade: “Tu fe te ha salvado. ¡Vete en paz!” Aquí aflora la novedad que trae Jesús, no condena, sino que acoge. La fe ayudó a la mujer a recomponerse, a renacer y comenzar algo nuevo.

Hna. Virgilia León Garrido O.P.

Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo