Es palabra del Señor
REFLEXION
El evangelio de hoy nos narra el desarrollo de un banquete, al que Jesús ha sido invitado. Dentro de este banquete Lucas introduce varios episodios. Jesús va a utilizar alguno de estos para seguir mostrando, enseñando, qué actitudes son imprescindibles en el Reino de Dios que Él predica.
El primer episodio, es la acogida que Simón el fariseo, brinda a Jesús; faltan muchos códigos sociales en la acogida, Jesús se los señalará más tarde.
En el segundo episodio descubriremos la audacia y la humildad de una mujer. En una comida de hombres se atreve a entrar, y se coloca detrás y a los pies de Jesús, no dice nada, solo sus gestos hablan por ella: llora, enjuaga con sus lágrimas los pies, los seca con sus cabellos y los unge con un caro perfume. Poco o nada la importa los códigos sociales, ni lo qué puedan pensar o decir de ella, solo tiene en mente que está a los pies del Maestro.
Los gestos honoríficos que la mujer tiene con Jesús lo presentan como profeta, pero al fariseo y demás comensales, les sorprende el comportamiento de los dos. Critican a Jesús porque no actúa como varón de su época, y condenan a la mujer, a la que consideran una pecadora.
Los aspectos novedosos de la Buena Nueva de Dios, malamente encajan en esa sociedad donde hay tantos códigos normativos y desigualdades.
Jesús acoge a esta mujer y valora todo lo que está realizando. Aquí como en otros pasajes en Mt y Mc se realiza una unción, pero cambia totalmente el sentido, en aquellos ungen a Jesús dice Él, preparándole para la sepultura. La unción aquí tiene una escena de conversión y de perdón. Lc subraya un aspecto que le parece central en su evangelio: la misericordia de Jesús con las mujeres y con los pecadores.
En el tercer episodio, Jesús se sirve de una pequeña parábola, para analizar y presentar a Simón su comportamiento, frente al de la mujer. Al ver Jesús que Simón ha entendido por la respuesta que dio, (V 44-47) se vuelve hacia la mujer y aplica la parábola diciéndola: “Tus pecados quedan perdonados”. Jesús declara la mujer perdonada y añade: “Tu fe te ha salvado. ¡Vete en paz!” Aquí aflora la novedad que trae Jesús, no condena, sino que acoge. La fe ayudó a la mujer a recomponerse, a renacer y comenzar algo nuevo.