EVANGELIO VIERNES 05-09-2025 SAN LUCAS 5, 33-39 XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo:
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Los fariseos plantean una crítica disfrazada de comparación: los discípulos de Juan ayunan, los de Jesús comen y beben. Pero lo que está en juego no es una costumbre, sino una mentalidad. Jesús no niega la importancia del ayuno, sino que lo sitúa en su verdadero contexto: no se puede ayunar cuando el esposo está presente. La vida nueva que Él trae no encaja en las categorías viejas. Es vino nuevo, y necesita odres nuevos: corazones abiertos, libres, dispuestos a dejarse transformar. El cristianismo no es un simple “mejoramiento” de lo viejo, sino una vida nueva que renueva todo desde dentro. Solo quien está dispuesto a cambiar, podrá saborear el vino nuevo del Reino.
Pidamos con fe: Señor, danos un corazón nuevo, flexible y humilde, que no se aferre a lo viejo por miedo, sino que se abra a la novedad de tu Reino con alegría y confianza.
¿Estoy dispuesto a dejar atrás lo que me ata, para acoger la novedad de Cristo en mi vida?