7/9/25

EVANGELIO LUNES 08-09-2025 SAN MATEO 1, 1-16, 18-23 XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO




 La generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

                    Es palabra del Señor

REFLEXION

Al celebrar la Natividad de María reconocemos como actúa Dios. El misterio divino se va entretejiendo en la cotidianeidad de lo vivido. Nada nos dice el Nuevo Testamento sobre el nacimiento de María, y sin embargo, al ser madre todo cobra su sentido más profundo y verdadero, porque su vida está íntimamente ligada a la vida de Jesús. Nos recordaba Felicísimo Martínez: « Dios se humanizó, asumió nuestra condición humana. Con todo lo que eso significa: en la persona de Jesús se aproximó a nosotros, compartió nuestra condición, conoció todas las dimensiones de nuestra condición humana, pudo compadecerse de nosotros por estar él mismo envuelto en debilidad…Ya no estamos solos en nuestro caminar.»

A José se le revela el nombre del niño: “Jesús”, Dios salva, revelando su identidad más profunda y su misión. La salvación de Dios se manifiesta en la persona de Jesús, en sus acciones, sus palabras, sus gestos, sus opciones y su entrega en la cruz, son la forma en que Dios actúa. La figura de María representa al mismo tiempo a la comunidad cristiana, llamada, como la madre del salvador, a hacerse cargo de todas las formas de fragilidad que el mundo de hoy nos ofrece.

El celebrar la Natividad de María nos ayuda a reafirmar que Jesús es el “Emmanuel”, Dios con nosotros, que nunca nos abandona, siempre está presente. Mirando a María nos preguntamos: ¿Cómo respondo hoy a la iniciativa de Dios en mi vida? ¿Me dejo conducir, ayudar y alentar por María para renovar mi encuentro con Jesucristo y compartirlo con los demás?

Fray Edgardo César Quintana O.P.

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)