En aquellos días, Jesús salió al la monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús reflexionó, oró, lo pensó bien: “pasó la noche orando a Dios” antes de elegir a los doce apóstoles, los continuadores de su misión. ¿Acertó Jesús en su elección? En Hechos de los apóstoles, 1, 21 Pedro dice, tras la muerte del traidor Judas Iscariote, “que es necesario que ocupe su puesto uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús”. Y salió elegido Matías, (Hechos, 1,26).
¿Por qué Jesús no pensó en Él, en vez de quien le iba a traicionar? Jesús elige y a la vez sabe que al depender de la libertad de cada uno el seguirle o traicionarle- que lo diga Pedro-, puede alguien cambiar de decisión: de seguirle a venderle para que acaben con Él. Dios no anula la libertad humana ni incluso cuando ésta es sustituida por seguir las pulsiones hacia el mal.
El episodio nos lleva a reconsiderar nuestra fidelidad a la elección que todos hemos recibido como cristianos a hacer creíble el mensaje de Jesús, al mismo Jesús, en la sociedad en que vivimos. Caben en nosotros traiciones a esa fe que, como antes señalamos, tenemos que agradecer haber recibido.
En cualquier caso digamos con el salmo responsorial de este día, el 144, “Dios es bueno con todos”.