En aquel tiempo, aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo: «Sígueme».
El respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Lucas, en este fragmento de su evangelio, nos relata cómo Jesús nos invita a su seguimiento, olvidándonos de cualquier tipo de condicionante. Nos llama a un seguimiento radical, sin componendas.
La respuesta de Jesús a los que les piden que espere, parece un poco brusca, “deja que los muertos entierren a sus muertos”; no nos está pidiendo un desarraigo total, pero si nos invita a un seguimiento sin dejarnos condicionar por situaciones mundanas. No podemos poner la mano en el arado y mirar hacia atrás, pues entonces perderemos el sentido del surco, y en vez de ayudar, entorpeceremos la labor.
El anuncio del Reino de Dios nos exige un compromiso libre de ataduras, desinteresado, donde el amor a Dios y a los hermanos, sea nuestra meta y guía fundamental. En otro pasaje nos dice que no se puede servir a Dios y al dinero a la vez, indicándonos que nuestra disponibilidad no puede estar mediatizada por los avatares que el mundo nos pone por delante, sino por la confianza en aquel cuyo amor misericordioso, encarnado en Jesucristo, fue capaz de entregarse por toda la humanidad
¿Somos capaces de seguir a Jesús sin componendas? ¿O nos consideramos seguidores suyos a tiempo parcial?